jueves, 27 de agosto de 2015

Música para mis oídos

Vanesa, para de amoratarme el corazón. Cesa la cuerda del reloj de pared y que le den al maldito tiempo. Que pase únicamente cuando le demos la vuelta al reloj de arena.

Nunca pasa lo suficientemente lento.
Puede que hayan pasado los días. Días distintos, alegres, joviales, musicales, días juntos. Pero han pasado.
Ahora nos encontramos en un momento de no saber. De no saber hacia donde disparar la flecha que nos guíe, hacia dónde imantar la brújula de nuestro destino para que nos señale juntos.
Axel, no la ayudes. No la emprendas a martillazos con 'eso' que se empeña en recorrerme el cuerpo.

Soy una extraña en mi propia vida.
Dejé de creer las verdades y mentiras, y ahora
ahora nada importa aunque me saque una sonrisa.

Ahora soy una butaca en un cine transitado, revendida en miles de ocasiones.
Un cine de verano que ve ilusiones con retraso reponiendo la misma película una y otra vez,
Soy el campanario más alto de una ciudad abandonada, un alma que lucha contra la intensidad en la penumbra, que lucha contra el peso del paso de los días y que se busca perdida.

Y confieso que no sé encontrarme de nuevo.
Confieso que me hice la loca demasiado y me convertí en una más. Una de esas que andan perdiendo el sur, de esas que ya no sueñan porque no recuerdan.

Dejad de aporrear las teclas blancas y negras del piano. Dejad que respire profundo una última vez más y no rondéis por mi cabeza con el maldito '¿y qué?' que tantas vidas atormenta.
No me prometáis un 'casi te rozo' en pasiones de una noche que acaban por desaparecer a unas seis de la mañana.

Creo que no soy la única que se ha dado cuenta de que sólo con mis manos no puedo frenar enero y que cuando escucho las cuerdas de su guitarra-de lejos- aún me tiemblan las piernas.

Prefiero ser de las que piensan que sin saber por qué nos convertiremos, tarde o temprano, en polvo de mariposas. Mucho más poético, ¿no creéis?

Es tan necesario que dejemos de sernos que solo puedo pedirte que no me salves mientras hablas.
Y en ese tiempo de espera, cuando mis labios van a cobrar vida, me da por respirar de ti.

No encuentro las palabras suficientes ni adecuadas para decir que hoy no , que lo nuestro tardará en llegar porque ni tú ni yo somos un romance corriente de una noche de verano. Ni tú ni yo somos del tiempo.
Esto viene de lejos.

Viene de que necesitemos existir juntos y yo hoy
Yo me pido vida.

En el diario leo la crónica de un baile que entre tú y yo, decidimos aquel abril.



(Vanesa Martín y Axel- '¿y qué?')

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