miércoles, 14 de noviembre de 2018

Tensando cuerdas

 ¿Hasta cuándo se puede tensar una cuerda?
¿La soltarías si ves que está a punto de romperse?
¿O continuarías tirando?

Yo la soltaría- pensando fríamente- aunque soy algo más de impulsos.

En realidad tendrían que darse muchas casualidades juntas para que la soltara.

Quizá no se rompería, pero quedaría dada de si. Y me sangrarían las heridas de las manos.

Igual que no puedes apagar un incendio presionando con los dedos la cerilla que lo provocó.
Y tampoco reducir la sal en tu vida si solo sabes sacudirte las penas cuando vas por el tercer tequila.

Si quieres saber si romperías la cuerda fíjate en un ejemplo: Un sistema cerrado de tu entorno en el que puedas verte reflejado.
Tómalo y analízalo como mejor sepas.

Y si no encuentras nadie a quien mirar, míralos a ellos.

Que no se dejan, que se han hecho alérgicos a las despedidas
pero han terminado por soportarse en silencio.

Fíjate en el.
Que la idealiza, la idolatra y la venera.
Que se cree enamorado, que si le falta el aire se olvida de respirar,
que qué bonito el mundo si ella le dice un sí.

Nada más lejos de la realidad.

Vive enamorado, si; pero de la idea que tiene de ella.
Exprime los segundos intentando hacerla feliz como si no tuviera otro propósito.
Dice que la quiere bien pero, tiene que pasar de puntillas sobre su relación para que esta no se le escape.
Debe sacrificar su felicidad para que ella se tiña de triste un poco menos.

Si es eso el amor quiero que lo pongan en el dorso de la caja cuando lo compre y que al pagar me aseguren eso de que puedo devolverlo si no estoy satisfecha.

Pero cuando crees que ya has definido al malo de la película y que el género del drama no va demasiado contigo la miras a ella.

La miras siendo ella.
La ves queriéndolo a su manera, poniendo pros y contras en una balanza, sabiendo que en el combate pujó en secreto por el odio prometiéndose antes al amor.

Mírala esforzándose por hacer lo correcto mientras todo le sale al revés.
Fíjate en ella, queriendo recuperar el abrazo de siempre y la confidencia,
al mismo tiempo que quita la mano que se arrastra hasta sus bajos fondos.

Porque no quiere, no debe.
Porque se están haciendo daño y luego...
Luego la cerilla se hará fuego y las llamas escaldarán a ambos sin poder poner remedio.

Pero ella continúa tirando de la cuerda, y vuelve la cara para no verlo cuando se rompa.
Cuando se gasten los besos, y su abrazo deje de ser.
Cuando se sequen las pocas lágrimas que quedan por derramar.

Mírala haciéndose trizas y gritando al aire su palabra amiga. Buscando desesperada el empujón que le permita acabar con el miedo y lanzarse al vacío.

Que claro que lo quiere pero no así.
Que no está enamorada pero no puede vivir sin él.
Ella quiere que vuelva su mejor amigo.

Pero cómo le dices a alguien que el abrazo ya no es al amor lo que un descosido a un roto.
Y que los finales pueden ser felices pero no todas las personas de ese final lo son.
Que siempre quedará alguien peor.



(I don't love you- My chemical romance)

¿Ilu...qué?

Y para quererme antes deberías comprenderme.
Deberías saber que la cosa viene funcionando así desde tiempos inmemoriales:
yo primero, y el mundo, después.

Lamento decirte que yo, no soy sólo yo.
Soy con todo aquel que alguna vez me quiso porque le dio la gana.

Tienes que entender que me encanta ilusionarme, asúmelo.
Que quizá viva un poco en las nubes.
Que tengo en la cabeza un exceso de sueños no resueltos pero, ¿y qué?
Soy bastante feliz, con mi mundo de arco iris. Y hasta él, se ha teñido de gris algún domingo.

No considero que por eso- lo del mundo de arco iris- haya dejado de crecer física o mentalmente- aunque me confieso amante incondicional de la inocencia de Peter.
En todo caso, al contrario:
Las ilusiones son un arma de doble filo, pueden caer en gracia o romperte en pedazos.

Soy de las que prefiero agarrar ese 50% de posibilidades de arriesgarse y terminar ganando.
También pienso que las ilusiones van aumentando su extensión con el paso del tiempo, al igual que pueden cambiar de dimensión.

No niego que hay ocasiones en las que el corazón duele demasiado, que el corazón se derrama con la lluvia.
Pero he aprendido a vivir con ello y a dolerme mejor.
Porque cuando una de mis ilusiones se torna realidad me siento plena.

?Has experimentado alguna vez esa sensación?
Si, hablo de alineacion de astros, de treboles de cuatro hojas marchitandonse en los bolsillos y de semáforos en verde por sistema.
Hablo de salir in paraguas en mitad de una tormenta; de ser gilipollas, pero que te de igual mientras sea un estado transitorio de tu conciencia.
Estoy hablando de creer que el karma y tú jugáis en el mismo equipo.

Creo que ha llegado el momento de que dejes de alimentarte de las ilusiones de los demás, de que abandones la autocrítica y le des una oportunidad a la vida. Ilusiónate.
Odiándolas en voz alta no vas a conseguir que se evaporen ni que las mías pierdan su realismo mágico.
Mira en tu ombligo y si quieres, después te enseño a ser feliz conmigo.



sábado, 10 de noviembre de 2018

Se pararon las horas.

El día que lo mataron nadie lloró.
Mandaron prenderlo y segaron una luz imposible de contener.
Se dice que después de eso, no puso un pie sobre el cielo.

El día que exhaló su ultimo aliento el lorenzo volvía por la puerta grande para derretir la jornada.

Y aquella luz de blanca silueta huyó con el sello de un tiro a bocajarro sobre el corazón.
Y cesó el tictac de su reloj de bolsillo.
Como si fuera el único que auguraba un final no escrito.

El día que se lo llevaron el río fluía ajeno a todo;
y Catalina, no supo cómo despedirse de quien tan bien le había llorado.

Los puñales descansaban inmaculados sobre una alacena, para no volver a ser culpados.
Y lo llevaron a matar.

¿Cuántos cuartos valía una vida entonces? ¿Y una pena?
Dependía de tu cuna.

Federico alcanzó la muerte en vida mientras se arrancaba el corazón a tiras.
Sangraba sus heridas sobre el papel y curaba con tinta el daño hasta quedarse sin aliento.

Una vez le abandonó ese aliento, cayó preso en la desidia, y el dolor dejó de ser insoportable.
Aprendió a no querer desaparecer, a dar vueltas en una noria sobre su misma tristeza para sacar a caballo una alegría ilusoria.

El derramamiento de sangre a destiempo no sirvió para dejar de llorar los rotos.
Tampoco sirvió para que Yerma volviera a ver vida tras su mirada, ni para que las Alba se sobrepusieran a la pérdida.
Tampoco, para que la novia dejara de teñir de sangre su vestido abrazando dos corazones y siendo prisionera de su alma.

Sus palabras volaron más allá del mar.
Y aún cerrando los ojos, llevamos muchas lunas derramando unas lágrimas que no nos pertenecen.
Todo por no dejar que quien amaba muriera de pena.
Todo por no saber escuchar la voz del desaliento y creernos dueños de todo lo que ambicionamos.

(La Novia- Inma Cuesta)



martes, 6 de noviembre de 2018

Ponerse guapa para ellos.

Lo hacía de manera inconsciente pero era algo que me volvía loco.
Se mordía el labio y se paraba mi tiempo.

Cuando pensaba, después de cada risa, cuando iba en serio y también en el óbito de cada broma.
Sus dientes secuestraban algo que yo codiciada y me era imposible explicar por qué experimentaba tanto cambio.

Creo recordar que era su sola presencia.
Cuando la sentía cerca, el vello de mi nunca se erizaba.
Mi cabeza me alertaba de que el peligro me rondaba y ese sexto sentido-que aún conservo- nunca llegó a equivocarse.

Era bonita de todas las maneras pero, mi preferida era así, sin maquillar.

Como cuando le gritaba el mundo que parase, que ella se bajaba y se la veía tan seria que siempre me acercaba para impedirle cualquier forma de salto al vacío por miedo a verla desaparecer.

Me gustaba disconforme con el mundo y siempre dispuesta cambiarlo.
Su atuendo más bonito era su piel; ella que siempre menospreciaba su piel por vicio- pero lo cierto era que lejos de ser perfecta, encajaba milimétricamente con las huellas de mi mano.
Debí ser conquistador de su geografía en una de mis vidas pasadas y cuánto lamento no recordarlo del todo.

Siempre tuve mis preferencias, fue algo que me enseñó en el tiempo que compartimos: a tener dos opciones pero marcar solamente una como favorita-y así lo hice.

Aunque lo verdaderamente sorprendente era verla acicalarse para ellos.

Quien la conozca no podrá negarme que verla ponerse guapa para la sociedad era una fantasía.

Cuando teníamos planes yo siempre fui el último en comenzar a prepararme el primero en acabar.
Daba igual como estuviera; sus rituales no me los perdía por nada del mundo

Primero escondía la piel-esa de la que os hablaba.
Pude sentirme exclusivo al ser de los pocos que la conocía al desnudo.-
y cuando no quedaba ni rastro de ella al descubierto me sonreía través del espejo.
Se mofaba de mi cara de tonto con los pies colgando de la cama.

Luego, con un pulso preciso, delimitaba su mirada hasta cambiar de lo humano a lo divino y sus párpados brillaban según el color de lo que llevara aquella noche.

Finalmente, para hacerle algo menos de justicia disimulaba con un poco de rimmel- yo que sabía que aquellas pestañas sin un gramo de petróleo habían provocado accidentes, me lo guardaba para mi.

Entonces escondía todos los tarros en el segundo cajón de la derecha, se soltaba el pelo y me miraba directamente.

Por muchas noches que hubiera vivido aquella escena nunca estaré preparado para ese huracán que eran sus ojos jugando a no ser los mismos.
Mi aliento me abandonaba entonces y lo sigue haciendo cada vez que la recuerdo.

Y luego volvía a morderse el labio y se paraba mi vida.

Hay algo más que ella me decía siempre,  que le gustaba eso de ponerse guapa para ellos.
Nunca me cansé de preguntarle quiénes eran ellos y ella olvidaba mi pregunta y me decía que las historias de verdad siempre quedaban más bonitas contadas en imperfecto.

Llevaba mucho sin recordar poco sentido que tenía para mí aquello.


Y hoy, creo que por fin lo he comprendido todo.

(10 razones para odiarte- Heath Ledger, Julia Stiles)