viernes, 27 de enero de 2017

Bella

Hay quiénes siguen creyendo en la suerte
Quiénes miran los aeropuertos como un punto de la mejor de las partidas.
Y todavía quedan parejas enamoradas.

Concretamente, una.

Diez de la mañana.
Tarde para madrugadores y temprano- tal vez demasiado- para el resto de la capital.
Termina enero y el cielo de Madrid lo llora.
Cómo si fuéramos a echarlo de menos.

Barajas. C44.
Rumbo a Pisa.
A pisar el hastío, la falta de ganas y la somnolencia. A adivinar todas las luces de una ciudad desde Santa Maria de Fiore.
Todavía somos muchos los que pensamos en Italia como destino perfecto.
Ellos también.
Tendrán mi edad, como mucho dos años más.
Pero son de los de antes.
De los que se quieren con ganas y vuelan con guías de viaje.
A él parece que le gusta sorprenderla, y ella siempre va a dejarse sorprender.
Sólo hay que mirarle la sonrisa.

Yo me sumerjo en mi mundo.
Puede que el cansancio esté de más y que mi relación amor-odio con los aeropuertos quiera llamar a la puerta.
Viajo con Extremo.
Es turno de mañana de 'Locura Transitoria' en bucle.
Y allí, me espera una pequeña parte de lo que entiendo por paraíso, al que prometí volver.

Viajo para perderme, o por placer.

Y a mi cabeza regresan unas pequeñas botas de agua rojas, descubiertas en horas de espera.
Un niño que arrastraba una maleta que le doblaba el tamaño con cara de felicidad.
Y me entran ganas de clavarme una sonrisa permanente entre las mejillas.
Por ver la vida pasar.
Por disfrutarla.


sábado, 21 de enero de 2017

¿Y cuánto escuecen los ojos?

Parece que ha llegado el momento de despedirme.
Y sabes que lo odio, abuela- detesto las despedidas- nunca terminarán de ser justas.

Pero, como nos intentan hacer entender, es ley de vida.
Y aunque me pregunte de qué vida es ley, y a qué precio, eso no va a traerte de vuelta.

Permíteme que hoy lo vea todo monocromado. Que el azul del cielo no se grabe en mis retinas y mis piernas flaqueen.

Permite que no encuentre diferencias entre el principio y el final.
Que sé que has estado siempre entre la más feliz de las felices-y yo eso me lo guardo dentro-, que has alzado el mundo sobre los hombros y lo has lanzado lejos otras tantas veces.
Que has disfrutado todo lo que te dejaron, y aun más.
Que has creado una familia maravillosa en todos sus aspectos, una familia imperfectamente perfecta.
Pero abuela, ¿sabes una cosa?
Vas a verle. Después de tantos años. Tenías ganas, ¿verdad?

El recuerdo que te dejó va a volver a ser, ante tus ojos.
Supongo que ahora te toca aprender a volar, cuida bien esas alas.
Tienes buen maestro, así que no me preocupo.
Pero, no nos duelas mucho, ¿vale?
Quédate siempre en nuestro corazón, con esas ganas locas de bailar, con esa alegría incombustible y con esos ojos verdes.
Quédate hasta que hagamos mucho ruido, hasta que ya no puedas más, hasta que la risa le pueda al llanto.

jueves, 19 de enero de 2017

Reproducciones aleatorias

Tú tan lejos de casa.
Como si los kilómetros se convirtieran de repente en millas.
Con el mismo frío que aquí, pero a los pies de Madrid.
Con frío que tu toleras, por presumir tanto de norte.

Tarde de concentración- o mejor noche. Extrema, agobiante, suprema.

Música de más en los oídos (queridísimo Fitzsimmons).
Y a veces la reproducción aleatoria juega malas pasadas.
Lianne.

He escuchado la voz de tu reciente descubrimiento. La que a mi me llegó otro dieciocho.
Un 18 teñido de mil colores esperando para verlos.

Entonces atardecía sobre Wembley, y yo volvía a estar a miles de kilómetros de ti, con alguna que otra hora de menos.

He intentado adivinarte escuchándola.
Lianne, como tú, es magia, pero con nombre de mujer.
He intentado reconstruir los hechos, con mis mejores habilidades del cluedo,
rememorar la escena.

Tú deleitandote con una voz maravillosa- no se si por casualidad o por recomendación- derritiendo tus ojos al descubrirla de amarillo en un salón cualquiera.
He intentado vislumbrar si se te quebró el recuerdo desde la primera nota que salió de sus labios.
O de si la primera canción fue con la que yo tropecé siete meses antes, en aquel viaje maravilloso viaje por las tierras del Támesis.

Pero tú sigues tu camino, progresas la vida- más de lo que ella te podría progresar a ti.
Te enamoras de las cosas bonitas, y te encanta soñar a contrarreloj.
Una vez me dijiste que así sabías lo que ibas a soñar y lo disfrutabas el doble. Que de esta peculiar manera revivías sólo los momentos indispensables y burlabas a la memoria selectiva.

Y yo no te culpo de nada, excepto de las ganas que tengo de verte de nuevo- las ganas,
de que los kilómetros se vuelvan diminutos y vuelvas a brindar tu guitarra ante mis ojos y a salpicar de lluvia tu adorado sombrero.
Las ganas, que siempre se lo llevan todo.


The city- Junio '16

Pensamientos encadenados

Hace no mucho llegó a mis oídos eso de que el silencio creaba la locura.
Y quien me lo dijo tenía toda la razón.
El silencio puede ser la paz utópica de toda guerra, la calma detrás de cada tempestad estival o el descanso de cualquier situación extrema.
Pero a la vez,  puede tornarse en la peor de las pesadilla.

Llevo notando su presencia desde hace días.
Y si el silencio se une a la soledad, estás perdido.

No grites, no corras, no intentes escapar ni dejes atrás la inmensidad de tu cabeza. Únete a ella. No tendrás el valor de afrontarla.

Me ha pasado más veces eso de sentirme terriblemente sola en la más abundante de las compañías.
Y no sé, si soy yo la que no encaja en el mundo o, son los demás, los que no van conmigo, ni siguen mi ritmo. O no lo comparten.

No comparten.
Y es triste eso de no conformarse con nada.
De querer más y más, siempre para sentirse realizados
y no disfrutar del cómo y del con quién vienen las cosas.

Triste, que seamos tan dispares- hasta el punto de no querer entenderlo o aprovecharlo.

Mi cabeza está gris, y mi mundo patas arriba.
Vivo con miedo a descolgar el teléfono y descubrir de hay otra vida que se ha desvanecido de la mía.
Y con la certeza de no necesitar respuestas, si van a ser negativas.

Siempre me han dicho que me tomo las cosas demasiado a pecho, que espero mucho de la gente.
Pero,  ¿han probado a vivir intensamente? ¿a poner el práctica un 'carpe diem' a la medida de nuestras cabezas?
Es cierto. Vivo muy a pecho y quizá por eso las heridas duelan más.

Pero no sé como cambiarlo.
Ando buscando la fórmula exacta para todos mis males, algo de atención con una pizca de cariño y exento de todo drama.
Venga, por favor, que si estamos aquí ahora y hemos sido capaces de elevarnos contra todo pronóstico fue por que pudimos. No más quejas, ni lamentaciones.

Que fuimos capaces de montar nuestra torre en un minúsculo grano de arena, dentro de toda una playa.
Pero hoy no es mi día. Es uno de esos en los que el temporal barre las orillas.

Y las torres se tambalean.
Y hay miles de ellas a tu alrededor pero,
ninguna es la tuya.
Ninguna tiene tus vistas, ni va a estar siempre para ti.

Y en la fracción de segundo que se escapa el último rayo de sol por el horizonte, no sabes.
No sabes si saltar al vacío es un plan de huída,
o la única solución.




sábado, 14 de enero de 2017

Una no-despedida

Hoy puedo decir que me siento en el país de las maravillas.
Pero en lugar de ser mi No-Cumpleaños, esto es una no-despedida.

Me encanta volcar las palabras, rebosarlas del vaso, verlas manchando la luz con su porte de negra elegancia.
Pero a la hora de decirlas, a la hora de expulsarlas de mis labios,
no me veo con fuerzas.
Incapaz.

Siempre me quedan cosas por decir.
Debo tener la conexión cabeza-corazón averiada, para no ser capaz de demostrar con palabras lo mucho que me importa alguien.

Y lo poco que me gustan las despedidas.
Y lo mucho que me cuesta dejar atrás las cosas bonitas.
Y lo que disfruto descubriendo almas que me llenen la vida,
almas que estén en buenas en malas y en peores.
Personas que aunque veas cada vez menos, sabes que podrías contar con ellas con los ojos vendados caminando sobre rescoldos.
Personas a las que confías tu último día.

Si ya me lo dijeron con aquello de lo que rápido viene, rápido se va.
Pero a mi me encanta hacer oídos sordos.

Puede que estos días te hayan servido de reflexión, que hayas decidido que tu vida está mejor lejos.
Que haya llegado el momento de conquistar el sur.

Puede que estés cansado de frío, o de nosotros.

Puede que ahora mismo, todo sea inminente, y de miedo-mucho miedo.
Que el pavor te esté recorriendo las entrañas por dejar atrás lo que una vez disfrutaste tanto
Pero que también estés expectante, intentando adivinar que te deparará la suerte.

Suena la primavera trompetera, pero aún queda mucho para ver nacer flores.

Suerte, amigo.
Quema los paraguas, allí no creo que vayan a hacerte falta.
Y así llevas a cabo la venganza de nuestra parte.

Pero vuelve.
vuélvete a Triana,
y espéranos con ganas.

Que de mi, de nosotros, no vas a librarte tan fácilmente.
Y de las goteras del norte tampoco.




Exceso y defecto

Si quieres te cuento por qué supe entonces que esto no nos llevaría a ninguna parte.

Era  abril y tú, queriendo parodiar mi película favorita, me sacaste de pronto a bailar.
Raro en ti, que preferías no rozar las emociones fuertes.

-Puedo hacer de Darcy.- Dijiste riendo.- Sólo que en este caso, no la copiaríamos todo. La película se llamaría Exceso y Defecto. Si. Me gusta el nombre. Tu serás mi querida Miss Bennett, tan excesiva y voluptuosa y yo, el defecto mayor del reino.

Y te dio por reír, como pocas veces para dejarme pensando.

Cavilé sobre esos excesos que me achacabas, o la clase de defectos con los decías no estar a la altura.

Había excesos de equipaje, de besos, de planes de calendario.
Excesos de alcohol, mezclados con música comercial que te chirriaba en los oídos.
Excesos de deseos y excusas.
Excesos de ganas, de distancia y de insomnios.

Puede que al analizarme encontrara que quería de manera excesiva.
Mi filosofía era que las medidas podían abarcarlo todo menos el cariño.

También había algo de excesos en los errores cometidos y de coordenadas incompatibles.

Pero después llegó la hora de detectar  defectos.
De ti sólo arranqué uno, el quererte tan sumamente poco.
Pero también hallé en el mundo defectos de forma, de tamaño,
de logros,
defectos de tiempo y momentos.

Defectos que tú ignoraste, cuando eran tus mejores virtudes.
Y excesos, por mi parte, que me dejaban en el subsuelo.

Fue aquel abril, en que tu seguiste llevándome con pasos torpes. Pero no recordaste que tenía miedo a la oscuridad, o que era más de agua que de tierra.
Olvidaste que Darcy y Elizabeth cambiaban las posturas en el transcurso de su tórrido romance.

Y tú que tan defecto te llamabas, te quedaste con todos mis excesos.
Y yo,
embalé una caja de defectos de mi.

Los tuyos se habían quedado para el recuerdo.
Y si quieres, te lo digo ahora,
fueron los que me hicieron perder la cabeza por tu risa.


viernes, 13 de enero de 2017

Cuando los viernes dejaron de molar

Viernes.

Atípico, arrítmico, asténico, apático.

Viernes con A.

Viernes, y encima trece.
Aunque sea mi número de la suerte.

Y es inevitable que la superstición se cuele por las rendijas
de las ventanas.

''Ni te cases...

Y no. No voy a casarme, no ahora, al menos.
No, porque hoy en día la gente no lo haga, no por que hayamos aborrecido las tradiciones, ni porque no fuera un día estupendo para darse un si quiero de por vida sobre un altar vestida de blanco. Tampoco porque no me gusten los vals.
No porque odie enero.

...ni te embarques.''

Estoy a algo menos de una hora de mar del norte- del más cercano.
Casi las nueve y odio no ver el azul porque el brillo de la luna sea el protagonista.
No, porque es demasiado tarde.
Porque no conozco ningún puerto en el que queden barquitos de papel aptos para soñadores.
No me embarco porque desde el Titanic le tengo miedo a flotar las aguas, y sin embargo, vivo enamorada de sumergirme en ellas.
No, porque no extrañe, la sal en las heridas.

Tampoco es día de películas de terror- que tanto se han aprovechado del miedo humano.
Y cuánto las echo de menos.

Fuera amenaza con helar- dicen que el fin de semana carga con brisas del polo.
Fuera, quieren arremeter contra las ventanas, un tal tímido invierno que llega tarde,
como nosotros, cuando no nos viene bien la vida.

Y Fredi Leis eriza mi piel casi translúcida. Quiero pensar que el cantautor gallego quiere entenderme.

Y miles de letras ordenadas amenazan con escaparse de las sinapsis escasas de mis neuronas.
Y yo, de exámenes- de periodos malos, dentro de etapas maravillosas.

Viernes atemporal, cargado de una Locura transitoria de Extremoduro.

Pero viernes, al fin y al cabo.
Y yo que sigo siendo supersticiosa.






miércoles, 11 de enero de 2017

Mar y lluvia

Te propongo un plan.
Vamos a sernos de la mejor manera que sepamos.
Quiero más agobios, de los que sólo tú sabes calmar.
Quiero que te olvides de todas las fechas señaladas, porque cada día nuevo se nos convierta en una aventura.
Que cuando la cordura nos empiece a abandonar saques tu traje de payaso del armario, y termines de arrancarme los esquemas.
Quiero que desempolves todas mis ganas y mis ilusiones.

Quiero volver a conocerte.
Y a enamorarme de tus defectos.
Como aquel diciembre.

Quiero pasear contigo y vivir en un ahora, sin pensar en el luego ni acordarme de los antes.
Quiero abrir las ventanas cada mañana y que el cielo nos sorprenda de las mejor de las maneras.
Y que nuestros abrazos sigan oliendo a mar y lluvia.
Y que el cariño no se desvanezca como las nubes al amanecer.

Quiero que sigas siendo mi tonto del culo. Del mío, y que reclames sus derechos.
Quiero que te sientas capaz de todo, pero sobre todo, que lo consigas.

A cambio prometo seguir siendo tu idiota de la guarda. Y quererte en francés. Y bailarte todos los tangos que no me sé.
A cambio nunca te prometeré un siempre, porque sé que los detestas.
Pero puedo prometerte un depende, un 'cuando suba la marea' ó un 'avísame cuando regreses'.

Quiero que seas mi loco al que pillé bailando para que Izal me deje destapar la botella de sueños-para ser tu mujer de verde.

Y que la fuerza, nos acompañe y sigamos creyendo en las hadas durante eones.

Quiero que sigamos siendo el punto cero en una brújula que no señala al norte.


(Carrie Fisher y Harrison Ford)
A L.

viernes, 6 de enero de 2017

Personas Luna

Hay personas que son luna.

Que son luna porque van por ciclos, porque brillan en la oscuridad compitiendo con el fulgor de las estrellas.
Que lo son, porque están siempre aunque ni podamos verlas.

Son personas luna porque son eternas, porque aparecen cuando creemos que ya no hay nada que hacer.
Porque endulzan las noches y engalanan las malas épocas.

Hay personas que son luna porque sin moverse, dan vueltas a la tierra, porque a veces nos parecen tan viejas como nuevas.
Porque nos enseñan cómo creer en la magia.
Porque pueden menguar tus penas y hacer crecer tus ilusiones enseñando una sonrisa inmaculada.

Pero cuidado con encontrarte una de esas personas luna. No vayas a perderla de vista si tienes de tu parte a la suerte.

Aunque una cosa es segura, si se te escapa debes saber que no tienes que retenerla.
Y lo más importante, puedes admirarla de todas las formas que se te ocurran, pero por nada del mundo, la bajes de su cielo.