miércoles, 29 de julio de 2015

Tu mundo de ficción

Querida,
Deja de leer a Defreds, a Diego, a Rayden. Deja de escuchar los poemas de Loreto, los de Sadness, no te muevas mas bajo el embrujo de Andrés, de Luis Fercán, de Fredi.
No fuerces tanto a tu corazón o acabará por romperse.
Vives empeñada en flotar en tu mundo de ficción, el de las baldosas amarillas, y sonríes sin razón.
Sigues empeñada en escuchar el mar desde tu caracola y te emocionas cuando se juntan dos labios.
Vuelves cada noche a ver brillar las estrellas mejor que la anterior.
Te metes dentro de tu caja tonta, de tu pompa de jabón, evitando mirar a los ojos la cruda y desgastada realidad.
Persigues un amor idílico que no llega a llamar a tu puerta ninguna de las madrugadas que esperaste en tacones.
Te acuestas preguntándole a la luna si mañana aparecerá él para llevarte lejos, y susurrarte al oído que todo fue un mal sueño. Le preguntas sin saber si ella te responderá algún día.
Ilusa de ti.
Deja de escribir palabras que se tornen verso que nosotros, los hombres, poco sabemos de eso.
Pasa del papel a la vida, de los vídeos a la risa. Cambia la más dulce de las novelas por la más divertida de las salidas. Deja que tantos recuerdos pegados en la pared de tu habitación salgan del marco, deprisa.
Yo, tanto que presumo de ser feliz, quiero compartirlo contigo. Dejaré de pedirte cosas si me dejas entrar en tu mundo. Permíteme que la felicidad que me llega se refleje en tu cuerpo, que sea completa.
No te prometo nada, no soy un hombre de los de antes, tampoco de los que ya no quedan.
Soy uno más, delante de ti, pidiéndote que me quieras.
Te ofrezco un "yo conduzco" del suelo hasta las estrellas.

(Ellar Coltrane- Boyhood)

Todo lo que no te conté

Diez de la mañana y te da por abrir los ojos. No te atreves a mirar a tu lado, ni a moverte, por si descubres que ella no terminó la noche contigo.
Sigues teniendo su voz guardada en lo mas recóndito de tu cabeza.
Es de las pocas veces que has sentido miedo, y eso que adoras el peligro, la velocidad, los retos.
Ella sabe que te encanta saltar en rojo los semáforos, superar el limite cuando la llevas detrás de tantos paseos en moto, gritar que la quieres bajito desde el fondo de tu corazón, sin llegar a decírselo nunca.

No lo hagas, no la pierdas. 
Supera ese miedo que amenaza con tomarte de postre en una elegante cena de empresa y ve a por ella.
Paras un momento.
Piensas, será así toda la vida.
Tu viéndola enamorarse de otros mientras añades otro apósito más a la máquina de latir.
No leas más poesía de la que hace sangrar, no escuches más acordes de guitarra, ni baladas tristes de trompeta.
Confiésale que no sabes respirar si no es de sus labios, que sigues su camino cada vez que se da la vuelta sin despedirse porque odias echarla de menos. Dile que eres un orgulloso, y que la quieres tanto que duele.
Que no podrás prometerle la luna ni cualquier cuento de hadas pero que le ofrecerás la mejor de las historias.
De esas que tanto le gustan, algo de amor y ternura, un poco de picardía y sobre todo risas y complicidad.
Ella se muere por tus huesos, pero eso tú no lo sabes.
Dile que la quieres, con eso bastará



(Noviembre dulce, Keanu Reeves y Charlize Theron)

Sólo eso


(Katharine Hepburn)



Y te quiero de manera incondicional, por encima del paso del tiempo y de las razones, por encima del peso del mundo.
Te quiero los lunes rezagados, los martes bien entrados en semana, de rutina.
Te quiero los miércoles, que se me antojan maravillosos para querer de cerca; los jueves llegando al ecuador de la semana.
Te quiero los viernes de fiesta, los sábados de madrugada y los domingos de resaca.
He aprendido a quererte con dolor de cabeza y sin el.
Por cada pasillo del supermercado, por cada esquina de plaza.
Te quiero sobre ruedas, y por mar y tierra. Te quiero hasta las pocas veces que he flotado en el aire.
No he podido remediarlo, me enamoré de ti.
Me enamoré de todo lo que me hacías sentir y ahora que la soledad me invade, mi brújula se ha olvidado de calibrarse sola.
Te quiero feliz, te quiero cerca, enfadado y contento.
Te quiero a rabiar, a matar.
Te quiero comer.
Quiero sentir que te hago la falta que me quema por dentro.
Quiero no ver el final sin adivinar el principio.


miércoles, 22 de julio de 2015

Cuando nos dé por mirar

Hagámoslo. Volvamos a encontrarnos, frente a frente. Tú me cuentas todas las veces que has perdido a los dados. Yo te diré todas las lunas que pasé esperando en el muelle.
Atrevamos a mirarnos y decirnos la verdad. Toda, la absoluta.
Contestemos al "cuando empezó todo" que lleva tantos años rondándonos la cabeza, y sigamos.
Estudiemos geografía. La de nuestros cuerpos.
Pidamos un deseo a una estrella, dejémonos llevar a Roma prometiendo volver, gritémonos  desde el rincón más recóndito de la Fontana. 
No nos mintamos, seamos sinceros, el uno con el otro, el otro con el uno.
Comámonos a besos, como antes.
Echémonos de menos a abrazo limpio, sin distancia de por medio.
Digámonos mentiras al oído, que mañana no tendremos que despedirnos, y que todo lo que nos quisimos volverá a ser lo mismo.
Hablemos de ti, de mi, del futuro y el pasado

pero, por favor, vivamos el presente. 


lunes, 20 de julio de 2015

Un domingo atrás, veintisiete días después

Irónico que cuanta más oscuridad se cruce en tu camino, mas estrellas encuentras en el cielo.
Repleto, de vidas que se fueron, que te cuidan desde un bello balcón de porcelana.
Hoy toca noche rara. De domingo a unos minutos de lunes. Noche de vueltas en la cabeza y de ver sonrisas  a lo lejos.
A un kilometro del poder de la naturaleza, con las pestañas pesadas, se encuentra mi persona.
Yo ando lejos. En muchos sitios a la vez. ¿Quien dijo que fuera imposible?
El paraíso está repleto de almas en pena, de risas ahogadas bajo un vaso de tequila mal echado un martes noche.
El paraíso huele a limón y a sal. A despedidas.
Yo intento volver sobre mis pasos, llegar hasta donde mis manos pretenden tocar el cielo de un solo salto. Estoy aquí.
Sola de vida y acompañada de estrellas.
El mar también quiere enredarme.
Pretende que no lo pierda de vista, que no salga de entre sus piernas, me susurra: no te pierdas.
Siempre nos han dicho que no hay nada infinito, al menos para nosotros, que no podremos verlo en vida.
Estoy segura de que se equivocan.
El cielo, lo es.
Es infinito.
Es un pedazo que se muestra ante nuestros ojos de mil maneras, con vestidos de tantos colores como aquellos por inventar. El único capaz de darse cuenta de la estupidez del ser humano y reír a carcajadas. El cielo; tan humano y tan de otro mundo, que nos hacen falta mil de ellos para comprenderlo.



jueves, 16 de julio de 2015

"Te cambio el aplauso por un fin de semana en Cádiz"- Andres Suarez

Voy a viajar a un lugar sin nombre, mucho más al sur de tus caderas. Donde las líneas del cielo y la tierra se funden en un punto de fuga al oeste del horizonte.
Paraíso, le susurran algunos labios aún dormidos.
Viajaré hasta que el sol me encuentre, hasta que el aire se convierta en viento y me revuelque en la espuma de las olas.
Estaré sentada, hundiendo los pies en la arena.
Felicidad.
Iré hasta el fin del mundo, solo si eres la ultima parada, en la que me quise bajar siempre.
Como cada año, como cada verano, llega el momento de partir.
Un tiempo feliz y a la vez amargo que barrunta mi cabeza.
Viajaré hasta que Peter me traiga la segunda estrella y no lleguemos rectos al amanecer por el carril de la derecha.
Llegó la era de las noches jóvenes y eternas, esas que aunque una quiera, siempre llegan a su fin.
Llegó también el momento de los ocasos sin palabras; digo sin palabras, porque para captarlos únicamente se necesitan fotos con la retina. Captarlos como concepto de disfrutar la vida.
Llegó el preludio, el de los amaneceres bailando, cuando las luces de las farolas todavía quedan despiertas.
Y después los días, que pasan lentos, pero no en balde.
Y como nunca habrá norte sin sur, ni sur sin norte: llegarán los paseos de hombre tranquilo respirando sal, a la deriva. Con un gallego poniendo música a tanta magia del sur, solo, con las cuerdas de su guitarra, ya rasgada de tanto llanto.
Y el volumen alto, mientras amanece y nadie comprende que pierdas la cabeza por sus letras de desamor.
Pero nadie se ha pasado, como tu, media vida escuchando lo que tenía que decir.
Nadie se paró aun a entender si dolía y tú, ávida de ganas te refugiaras en los restos del alba.



(Julio en Cádiz)

domingo, 12 de julio de 2015

Ella se viste de domingo

Piensa y dime el nombre de la única persona a la que salvarías de un fin del mundo. Piensa y dime quien sería la que te robaría los te quiero en las tardes de domingo. Con quién compartirás tu vida.
Piensa ahora, y dime.
Dime quien es ella.
Su nombre, o que porte calza. Dime tantas cosas como recuerdes, tantas como vivas. Las necesarias para imaginármela exacta al recuerdo que tienes en tu cabeza.
Dime el rímel de las pestañas que te hacen temblar las rodillas, de nuevo.
Dime el disco que pones siempre para arrancarla a bailar. Dime si ella sigue tus pasos o se los inventa para que la enseñes.
Confíame el secreto de tu felicidad compartida, de aquella a la que le regalaste tu corazón.
Piensa, una vez más.
Quiero que me digas si ella es la de tus desvelos, si la imaginas tanto vestida, como desnuda.
Si es el motivo de tus enfados y de la más amplia de tus sonrisas, de los viernes de desenfreno, de las carreras contrarreloj cada inicio de semana. Dime si es la causante de los domingos perfectos, la culpable de que la lluvia no se atreva a mirados desde lejos.
Dime si era ella la de los buenos días a versos, y la de las mejores noches repletas de besos.
Cuenta las horas muertas en las que ella te pierde de vista y dime cuando fue la última vez que miraste si la marca de su pintalabios rojo estaba en la esquina inferior izquierda del espejo de la pared.
Dime si aún queda tiza, en el resto de su nombre junto al tuyo.
Dime si los infinitos también existen, y si alguna vez se los susurrarías al oído desde tus labios.



sábado, 11 de julio de 2015

Todavía busco un porqué

a M.


Puede que no sea casualidad que la espuma de las olas borren las pisadas. Puede que nuestra tinta de pared fuera borrada a traición y tiempo después, solo quede blanco. Puede que eso signifique una segunda oportunidad.

Puede que tú y yo nunca llegáramos a ser un para toda la vida.
O puede que si.

Todos tenemos nuestra lucha, todos, en el fondo, sabemos perfectamente qué perseguimos, o por quién perdemos la cabeza.
Una y otra vez los obstáculos aparecen en el camino. Decidimos huir.
Sin saberlo, tenemos miedo de no saber.

El único problema aquí es que no nos entrenan para estrellarnos contra la vida.
Nos entrenan para estar de paso por ella, para escondernos del rojo de sus mejillas e irnos a dormir cuando brillan las estrellas en el cielo.
Juro que he visto mil colores en una puesta de sol de verano y me puedo declarar independientemente aprendida con tan poco de vida.

Y cuando llegas al final de una lucha, tu lucha y, ves que lo has conseguido.

Entonces puedes con todo.


jueves, 9 de julio de 2015

Apetecerse

No me cuentes que pretendías bajarme la luna de verano cuando en tu puerta esperan veinte con el mismo ticket de compra.
No me digas que no sabías, que no te pasa lo mismo cada solsticio, que no te pasas noventa de trescientos sesenta y cinco días del año ignorando lo que nos pasa.
No me reproches que pretenda olvidarme de ti, cuando tu lo haces en el momento que más te conviene.
Que es cierto que te echo de menos, que me duele tenerte lejos sintiéndote cerca y que se te olvide lo sencillo que es contar conmigo si de verdad te apetece.
Porque la vida, no es más que eso, apetecerse.
No es un "cuando quieras", o "cuando lo necesites", es "CUANDO TE APETEZCA"  y todo lo demás llega solo.
Esto implica todos los cuando quieras que no se materializaron nunca, conlleva hacer algo porque realmente te sientes bien con esa persona y necesitas de su compañía para sentirte completo y feliz. 

Bonito es que te digan que apeteces a alguien y que no hay motivo que fundamente ese curioso y desenfrenado deseo.
Es bonito saber que hay alguien ahí que, aunque tenga vida propia, se empeñe en unirse a la tuya completándola con la pieza de aquel puzzle que en su día perdiste.

Así que, por favor, si has decidido que esos noventa días de olvidarme son más importantes que todos los que hemos pasado juntos, no me llames, no me cuelgues, no me busques, ni me olvides.

Decide de una vez, si eres la pieza de ese puzzle que me prometiste, si realmente lo eres porque te apetece.
Yo te dije que en esto de los sentimientos soy algo inexperta, pero que me apetecías.

a él.

(Cincuenta Sombras de Grey, Jamie Dornan)

domingo, 5 de julio de 2015

Domingos de verano

Qué bien saben las tardes de verano si son en domingo. Qué bien saben, si eres tú el que me enseña a pintarlas de colores; si la música suena alto y llegamos a tiempo para ver a Lorenzo esconderse por el horizonte.
Qué bien saben los domingos de verano si tienes mas años de vida gracias a las risas.
No hace falta repetir que lo más fácil y sencillo es lo que más nos pellizca el corazón y saca nuestras sonrisas de paseo.
Qué bien saben los domingos si son en buena compañía, si los rayos del sol nos doran la piel, si el qué dirán no importa y nos acostamos a las tantas después de tanto baile.

jueves, 2 de julio de 2015

Tú sabrás..




        a M.

¿Y ahora qué?

Ahora que todo se ha acabado,
Que ni vienes ni voy.
Ahora que no seremos todo lo que podríamos haber sido, que las brújulas no buscan sonrisas perdidas y nos olvidamos de amar nuestro caos en el mundo azul.
Se me ha olvidado querer a alguien que no fueras tú.
Los recuerdos pretenden derribar todo muro que intente inútilmente construir con mis propias manos.
Ahora entiendo las historias que hay detrás de las canciones. Todas. Porque es verdad que te me apareces a traición en cada estrofa y cierro los ojos en todos los estribillos para que te vayas de mi cabeza.
¿Qué es lo que puedo hacer ahora?
Si mi rutina preferida ha desaparecido, y se gastó eso de echarse de menos.
Qué podía haber hecho si hacía tiempo que te sentía lejos, que habíamos llegado a una bifurcación que se empeñaba en conducirnos por caminos separados.
Irónico eso de que sigas ahora, más que nunca en mis desvelos de verano.
Odio las tecnologías. En serio. 
Odiaba que nuestros te quiero fueran a través de una inerte pantalla, que no pudiéramos pasear hasta el fin del mundo cogidos de la mano. Al fin del mundo o a la vuelta de la esquina.
Odiaba que si decíamos blanco, la vida se empeñaba en vernos en negro. Odiaba esa angustia de no saber, de confiar a mil kilómetros y de sentirme extraña sin ti.
Terminé odiándolo todo. Tanto que decidí que aquel roto no tenía solución.
Sin pensar que los rotos se cosen, no se reemplazan, ni se desprecian.

Odio no haber podido despedirme de ti, de nosotros, como merecíamos.

El sol se va otra vez, y la vida me pasa entre suspiros. No sé qué hacer para sacarte de mi cabeza. No sé si estarás bien y no pregunto,
no tengo derecho a saberlo. No lo merezco. Ya no.
Solo espero que no pienses que no te he querido. Quien diga lo contrario miente. Te quise con cada rincón de mi cabeza y de mi corazón.

Espero que la encuentres. A ella.
A una que te quiera la mitad de lo que yo lo hice. Y que seas feliz. Que te haga feliz, y que te exprima las ganas de vivir cada día como si fuera el último.

No voy a decirte lo importante que eras para mi: eso lo sabías de sobra.

miércoles, 1 de julio de 2015

Luna llena de verano

Y llega el verano, de luna llena.
Esta noche algo de brillo resta en mi mirada, quiere ver la vida de colores en la oscuridad.
Han pasado los días del calendario, prestos, sin pastillas de freno que remediaran una cura emergente, casi sin querer- como diría Defreds.
Y llegamos.
Llegamos a julio, a uno a primero.
llegamos a un mes que no es sonado, que es el relleno perfecto de un sandwich entre junio y agosto.
En el que comienzan los finales y terminan los principios.
Un mes extraño, raro.
Para vosotros, tan de verano, pero claro: siempre es verano en algún lugar.
Julio, tu que compartes penas y alegrías, que compartes el placer de existir con otros tantos.
Que de César o de Verne, ni nos olvidamos. Nos falta el laurel, un imperio y las maravillosas cinco semanas en globo para llegar a tiempo.
Nombre sonoro, recio, nombre de  los grandes y sin embargo, tan pequeño, tan corto y tan ciego.
Te has ganado sentir sobre tu cielo a las más viciosas estrellas. Te has ido por la puerta de atrás sin hacer ruido, tras escuchar el aplauso que te brindamos tantos.
Quédate, en boca de Diego Cantero.
Que Voy a volver a quererte, como susurra nuestro querido Andrés.
Pero estamos en Julio y yo, me quedo con él.