martes, 29 de diciembre de 2015

Martes de tus ojos mienten

Por volver a ver amanecer desde la esquina en aquel andén.
Los primeros de mes siempre fuimos más felices.
Por más lunas como esta, llenas.
Por vivir enamorada;
De la vida, de tu risa, de mi almohada cuando llegamos de la noche que nos debíamos sin dormir y no queremos hacer nada.
He visto princesas de cuento que llevaban la corona con menos elegancia que tú. Las he visto amanecer con la luna en el fondo de la botella.
Y las vi llorar, y pisarse el vestido.
Solo te digo que nunca es tarde.
Que siempre hay tiempo para una última bocanada de aire.
Que los cuentos son reales si sabes cómo contarlos.
Que hace tiempo que escuece el recuerdo, pero ya no duele.
Y yo no me llevo bien con el olvido-o mas bien al revés. Es él quien no acepta mis regalos, quien no me invita a olvidar mis recuerdos.
Solo me queda suplicarlo.
Desaparece, o hazme desaparecer.

   a K.

lunes, 21 de diciembre de 2015

Un veintiuno

Me abandonó el otoño.
Y llegó el invierno a golpes de bruma cuando Tontxu me susurraba el 'que fue aquello' al oído.
Y me recordó que nos volveríamos a ver si ambos lo deseábamos muy fuerte, muy lento. Que los silencios entre nosotros siempre tuvieron sentido.
Y que dentro, me ha crecido un miedo inmenso a que me vuelvas los ojos cuando nos volvamos a encontrar.
Me recordó que los azules no sólo eran del cielo y que los pasados no son más que cimientos de un futuro incierto.

Realmente necesitábamos este cambio, cambio que para bien o para mal nos convirtió en distintos.
Ella ya nunca me llama los jueves por la tarde. No queda nada de las horas colgadas al auricular de teléfono. Hemos crecido y ya tenemos cosas más importantes que hacer.
Los del parque dejaron de responder a mis mensajes.

Pero he ganado.
Ganado en años, en experiencia. He ganado caras que le vi a la luna cada noche que la oí llorar.
He ganado visas nuevas de madrugada, risas sin sentido y compañía. 
He sumado nostalgia a los años, con los dedos de las manos, con las teclas del piano.

Y no dejan de ser cambios, que no requieren explicaciones, personas que un día te dieron tanto y te regalaron sentido y lucidez, y que hoy, viven.
Viven paralelamente a ti,  sin juntar un camino que te empeñas en continuar.
Y que puede que solo sientas que has cambiado tú. O que realmente haya cambiado el mundo bajo tus pies y tú...tú sigas dando los mismos pasos al levantarte a las seis.

(Barcelona, nit d'hivern)

martes, 15 de diciembre de 2015

Astronauta de tus lunares

Fueron mis prisas y mis ganas locas de tocarle el culo a la risa las que me han empujado a querer descorchar nuestros amaneceres y servirlos en una copa de caba.
Aquella noche de martes, heló.
Y tenías el cinturón de Júpiter amarrando por cada línea de tu cadera. Era mirarte y no acabar de ver tu silueta, de espaldas, como cada 15, en el reflejo de un espejo de tocador.
Tenías tantas ansias de beberte la brisa, que cuando el tren llegó al andén, a menos cinco, como siempre en hora, tú ya tenías el rumbo a Madrid. Y la polvorosa había volado de tus pies.

Puede que nunca sepa más que eso de ti.
Puede que tú no te conformes con tan poco que fui capaz de ofrecerte.
Pero para mí fue suficiente.
Suficiente para querer conocerte cada Abril de invierno, cuando el sol se debatía entre entregar su legado a las nubes, o salir corriendo.

Cada asteroide de tu inmenso planeta brillaba como una estrella sobre tu piel.
Y tú querías bajar a bailar, volar al sur y desenredar todos los recuerdos de un solsticio para colgarlos en tu propio árbol de Navidad.
Querías proclamarte libre. Poder pensar que los mil colores de tu paleta de acrílicos podrán tapizar el cielo de cualquier atardecer que pasamos juntos.

Eras de las que quería seguir a Amstrong dando traspiés con la venda en los ojos. (Qué manía-la tuya- de esconder dos espejos del alma.)
Amstrong.
Seguirlo a toda costa.Tanto a músico como a astronauta.
Siempre quisiste ser la balada triste de trompeta de sus tardes de otoño, y acompañarlo en el trayecto hasta la luna que durase mínimo diez años-luz.

Es verdad que te ofrecía poco. Pero es que las bombillas de mi cabeza ahora son de bajo consumo. Y tardan algo en dejar ver toda su luz. Perdóname por ello.

Pero he cambiado.
Estoy dispuesto a desempolvar aquella huella que planté en el rincón más descubierto de tu Júpiter.
No pienso perder la octava maravilla de mi mundo.
Y he decidido que de mayor quiero ser astronauta de tus lunares.
Y seguirte sin gravedad, por las calles de Madrid.
De Madrid al cielo.


miércoles, 9 de diciembre de 2015

Luna azul

Tú tan déja vu diciendo 'esto ya lo he vivido', y yo tan Murphy cayendo sin confirmar la excepción que cumple la regla, cumpliendo esa regla.
Tú tan me dejo querer un rato y yo, queriendo tan fuerte que duele.
Yo ying y tú yang.
Tú cielo y yo suelo.

Me pregunto si algún día brindaremos juntos por la vida, si sabremos agradecer que los caminos se enreden a placer y que nos haya tocado coincidir más que nunca esta noche de luna creciente.

Tú tan 'me voy de vacaciones a París', con su luz y su amor por bandera; y yo tan no salgo de casa, de mi cuarto, que no llego, que no puedo que no debo.
Y me desvelo.

El día que dejemos de ser tan tú y tan yo empezaremos a disfrutar. Nos sacudiremos los prejuicios, las historias, los cuentos.
Que tantos cuentos, tan bien contados solo auguran un mal final.

Final tan nuestro.

La noche que empecemos a sentir por los ojos, a ver con los poros de la piel- esa en la que la vida se nos escape a sorbos bajo una copa de vino.

Será la noche de las cosas que no nos dijimos.


(María Valverde, Mario Casas- Tres metros sobre el cielo)