jueves, 31 de mayo de 2018

La risa de los niños no siempre suena a música

Y siento.
Porque sentir es eso de que algo se te mueve por dentro ¿no?
Sentir que puedo y sólo pienso en eso.
Hace años, con mi ayuda, mermaron mi capacidad de quererme.
Me encasillaron dentro de un estereotipo desaventajado y decidieron apartarme de lo que ellos conocían como sociedad.

Puede que hoy sea una más, y que la crueldad infantil por contagio no conozca límites.
Pero me hicieron caer en lo más hondo.
No veía solución posible para la negación hacia mi persona.
No era capaz de vislumbrar ningún atisbo de luz.
Sólo me salió derramar lágrimas y esperar.

Fue una suerte que no me diera por cortar por lo sano y hacer desaparecer mis miedos para siempre.
Porque ahora, dentro de mis taras, soy feliz.
Soy una persona a la que le cuesta superar los baches, como si estos no estuvieran hechos para mi. Y que no sabe, tras veintidós años, gestionar sus ansiedades.

¿Que si perdoné?
No entiendo muy bien que tenía que perdonar.
Estaban disconformes conmigo y me lo hicieron saber- aunque de mala manera, eso si.

Perdonar, considero que si.
Porque a los que no merecían mi perdón, les faltó tiempo para salir huyendo. De los fugitivos solo queda una pequeña y preciosa cicatriz a costa de los daños.

De aquellos que se quedaron, los que se merecían mi perdón los he querido incluso más. Porque creo que todos estamos hechos de oportunidades y nos equivocamos en innumerables ocasiones por el camino.

Olvidar no se olvida. Se convierte en parte de tu existencia. Hechos que van a terminar definiendo más o menos la personalidad que te define.
Te agarras al clavo de 'lo que no te mata te hace más fuerte' y quema; pero la vida continúa.
Y con el paso de los años te das cuenta de que tus miedos se vuelven marcas en la piel que vas a acariciar con las yemas de los dedos para sacar fuerzas de flaqueza.
Que puedes agarrarte a la fe, a los rezos, a clamar al dios que más cualidades te reúna.
Pero lo que consigas tú, vas a hacerlo por ti mismo, y eso no te lo puede negar nadie.


(Katherine Langford- 13 Reasons Why)

domingo, 6 de mayo de 2018

Ma mère

Que aunque pienses que no, es que si.
Que aunque digas nunca, sé que será siempre.
Que aunque tengas días malos, sabes que habrá mejores.
Y aunque la vida no me deje acabar la tuya,
nuestros caminos comenzaron unidos y acabarán de la misma forma.

Que tienes que concentrarte, Caro.
Que va a salir bien.
Que no hagas más ruido.
Que recojas.
Que te quiero mucho, ya lo sabes.
Que ya queda poco.

Que si no te lo crees tú, aquí estoy yo.
Para creer en ti todas las veces que flaquees.
Porque eres mi hija y eso una madre lo sabe.

Estas son algunas de las perlas con las que mi madre va construyendo mi collar.

Pretende dejarle algo de protagonismo a la suerte, pero en secreto se cree eso de que voy a ser capaz. Desde el segundo cero que eché el primer aliento ha sido el fuel de mi motor.
Ese que a veces se empeña en atrancarse y que pone en marcha de nuevo sin ningún esfuerzo.

Ella sabe que mis palabras y mi cariño infinito son mi mejor gracias.

Gracias por creer en lo increíble de mi persona, por hacerme a tu imagen y semejanza. Por se bonita por fuera, pero mucho más por dentro. Por ser una de las personas más maravillosas que ha tenido a bien crear el universo y guardarlo en secreto.
Porque sé que tu día son cada vez que te llamamos a gritos, o las llamadas interminables al teléfono. Porque sé que tus días somos nosotros.

Gracias por regalar tu vida, a cambio de nuestra sonrisa y por hacerlo tan bien, aún pensando que en algún momento pudieras fallar.

Gracias por ser siempre a nuestro lado.
Te quiero.



"Perdón por los bailes"

Amanda sobrevivía con miles de kilometros de por medio, dos mitades de un corazón y muchas dudas.

Disfrutaba de su nueva vida lejos de casa pero cada tarde se pegaba al teléfono verde a la misma hora esperando escuchar la voz de Jorge desde su Madrid.

Fue la misma rutina hasta el día sesenta y tres.

La tarde del día sesenta y tres la voz de Pablo Milanés le arañaba las entrañas, y sobre la mesita que había junto al teléfono encontró un trozo de papel doblado en seis.

Cuéntale que te perdiste entre la gente cuando llegaste al Malecón y yo tuve la suerte en tropezarme con tu mirada.
Que olía demasiado a mar
y eso te arrastraba al pasado.
Cuéntale lo feliz que fuiste aquellos veinticuatro primeros días del verano.
 
Y cómo reflejabas las sonrisas sobre cada luna delantera de los almendrones. 
Cuéntale que perdiste el pañuelo amarillo que te regaló y el miedo a la oscuridad.
Debieron de ir en la misma dirección porque
me dijiste que después de eso sólo eres capaz de ver estrellas en el cielo, aún con el sol bien alto.
Dile que ya no echas de menos el frío,
y que has aprendido a bailar el danzón de la mano de un tal Pablo.
Que tiene unas manos que no cambiarías ni por todos los pesos del planeta.
 
Y que ya te gusta la piña, colada y con absorbente.
Que ahora eres más de ordenar los vinilos de boleros antiguos en la tienda de la esquina.
Que lo de ordenar tu vida pasó a ser una asignatura pendiente en la suya.
Cuéntale lo bien que se está en La Habana.
 
Cuando llame, si es que vuelve a hacerlo, dile lo que has descubierto.
Dile que el secreto de la vida reside en que lo difícil es soñar bonito.
Y lo fácil, conseguirlo.
Te espero para cenar,
te quiere
 
Pablo
Desde el día sesenta y cuatro Amanda ya no recuerda a Jorge.
Baila todas las tardes pisándole los pies  a Pablo para que no se olvide de ella. Se dejó de mitades de corazón y le dio los restos al joven de la sonrisa perfecta.
Ha decidido quedarse a vivir en sus caricias.
Se niega a olvidar todas las alegrías que le hizo vivir desde el día en que la enseñó a bailar.
Desde el día en que le susurró al oído los secretos de la felicidad compartida.





A la chica triste

Busco a la chica triste,
a la que ha perdido la sonrisa y la luz de la mirada.
a la que ya no le apetecen helados, ni el color de la risa.

A la chica que fue en un pasado no tan lejano.
Es a ella a quién busco.

A la que se empeñó en romper su corazón a pedazos a base de autoengaños y de arrancarse a tiras el cariño.
No le pido que vuelva si no es lo que quiere, pero me gustaría que me regalara de forma desinteresada algunos porqués.

Que conste que no la conozco. No sé más que su nombre y su aspecto actual.
Dicen que antes sonreía, que era magia.
Que rezumaba belleza por los poros de su piel
pero que ahora tiene la boca repleta de hiel.

No la conozco pero la siento- y lo siento.

Al mirarla, me da la impresión de que no está hecha de ganas, que los minutos la sobrepasan.
Siento que se desmorona llegando a solas a la superficie de sus ojos.
Que a las velas de su alma se les acabó la mecha,
y ya no prenden.
Y ella tampoco aprende.

La busco para preguntarle si no le gusta vivir en sociedad, para saber cual es el significado que ella le da a la palabra vivir.
La busco porque quiero saber si es verdad que profesa fe por esas a las que llama amigas
y que la están destruyendo gota a gota.

Todo esto desde el marco de lo ajeno.
Desde una ventana lejana y bajo un sol de primavera.
Llevo tiempo viendo como nacen nuevas flores.

Sin embargo, la suya, no hace más que marchitarse.