martes, 20 de enero de 2015

Nada más que decir.


Empezaron sin tener nada que decir.
Aquello, a mi, me lo dijo todo. Comenzaron, cayeron, levantaron, volvieron a caer. De tantas que cayeron quisieron perder la cuenta. No lo hicieron.
Aprendieron a caer con estilo. Fueron ellos mismos. Todos y cada uno, saliendo a la calle a comerse el mundo con una enorme sonrisa.

Han pasado  algo más de cinco años. Diez son los pies que han seguido hacia delante, sin descanso.
Hace cinco años que los encontré. Fue una tarde, de casualidad. Yo, sin ganas; ellos, mi melodía perfecta. Lo único que mi memoria no ha borrado aún, es que me enamoré de aquella melodía: "Lo que me gusta". Después no supe parar.

Todas y cada una de las palabras que salían de los labios de Borja parecían tener sentido las veinticuatro horas de la vida de una chiquilla enamorada.
Me acompañaban cuando estaba triste, cuando tenía ganas de reír, cuando quería pensar o bailar ese ansiado tango. Cuando quería "no estar".

Me gusta recordar esto porque, quizás no sirva de nada, quizás esto sea en unos minutos parte del pasado; pero para mi seguirá siendo importante.

Desde aquí, muy lejos y sin ninguna esperanza de conocerlos, quiero mandar todo el apoyo que se pueda. Quiero que sigan como hasta ahora, que no paren. Que sonrían.
Quiero que dejen de tener ese nada que decir, que nos lo cuenten todo.

Creéis que brota gente nueva, cada vez que volvéis a levantar, cada vez que suenan los acordes de esa maravillosa guitarra, y seguramente sea cierto. Pero lo que no sabéis es la cantidad de personas que os siguen en silencio, y para los que vuestras canciones significan tanto, que os vigilan entre bastidores, que siempre han estado aquí, a vuestro lado.
Por ellos y para ellos.

Gracias, Borja, Carlos, Lluis, Edu y Toni.

Otro más.

¿Creías que era tan fácil escaparte de mi mente?
Siento decirte que no lo has conseguido. Sigues aquí. Cada vez con menos recuerdos que me lleven a ti, cada vez con más caras nuevas presionándote la tuya pero tus ojos siguen con la misma luz que aquel día que me dio por enamorarme de ti.
Ya no es amor. Tuvo que dejar de serlo. Ya es cariño.
Ya no viajas por mi mente sin frenos, ya no cogemos la misma línea de metro. 
Hace tiempo que la tienes a ella y se te ve feliz. Estoy tan contenta de ello.

El caso es que hoy, como cada veinte de enero vuelvo a recordarte, más fuerte. Un año más que pasa, un año  más viejo que eres. Normalmente diría que cocinaría aquella tarta que te gustaba tanto para llevártela de tarde, de casualidad y poder verte soplar velas una vez más.
Pero ya no estoy allí. Me he ido lejos. Tierras del norte, las llaman.

Este año, tus veintidós, he decidido hacerlo de forma diferente. Quiero que disfrutes de los tuyos que es lo importante.
Y si te llega un paquete con aquello que compartimos tantas tardes, ábrelo. Tus velas están dentro.
Feliz cumpleaños. Feliz vida y feliz sonrisa.
No te olvido.
Hasta siempre, querida Sevilla.


a Mc.

lunes, 19 de enero de 2015

Feliz final

Oigo las teclas de un piano que lenta y melodiosamente le regalan esa canción a mis castigados oídos.
Birdy canta.
No podría vivir sin ella, sin su música digo.
Lejos de conocerla, lo sé todo de ella gracias a los acordes que, como a mi, nos regala a millones de personas.

Se escuchan solo mis pasos en esa calle vacía. Hace demasiado frío en la calle como para que la respiración no se corte y ella sigue sonando lejos.

Mi cabeza vaga. No se encuentra muy lejos, tal vez en el limbo. Allí piensa en todo y en nada, allí intenta salir a la superficie, continuar.
A expensas del frío, a expensas del invierno.
Entonces la música deja de sonar. Su voz se apaga y me siento perdida.
Lo último que oigo es el sonido de las alas de su ángel despegarse de su espalda.
Lo último que veo, el miedo en sus ojos.


Vacía.





¿No lo sentisteis nunca?
Me refiero a eso de sentir que tienes mucha gente a tu alrededor pero que nadie está a tu lado.
Seguro que alguna vez, en algún momento os habéis sentido como yo.
¿Nunca habéis sentido que sobrabais en algún lugar? ¿O simplemente que no erais bien recibidos?

No es algo agradable. Tampoco es sencillo. Simplemente pasa.
De esas veces que no quieres sentir, y dejar de cuestionarte todo lo que pasa por tu mente. De esas veces que sientes que una persona se aleja y quieres hacer todo lo posible por retenerla a tu lado.
Así fue como me sentí. Como una extraña.
Me sentí vacía.

domingo, 18 de enero de 2015

Rotos

Que te llegue una llamada, y que todo se acabe.
Nunca pensamos que esto duraría para toda la vida-
aunque aprovechamos al máximo el presente: Vivimos al límite.
Que haga tiempo que no te despiertas a su lado y que no sea lo primero que ves al abrir los ojos cada mañana.
Y que duela.
Que duela mucho.



(Kate Winslet, Jim Carrey- Olvídate de mi)

Y ahora es cuando este sentimiento raro me invade. No sé lo que soy, ni tan siquiera si esto tiene sentido. Tampoco intenté buscarlo hasta ahora. 
El caso es que personas que tú has visto como un todo un día te levantas y ese todo se separa, se bifurca. El viento sopla en direcciones diferentes y la arena de la playa se deshace por el poder de las olas del mar.
Hay veces que tomar una dirección u otra es la única alternativa posible. La única medicina para dejar de poner tiritas al corazón.
A veces es el único remedio para la felicidad.

Pero, ¿qué es una felicidad sin compartir? ¿Qué es con destinos separados? ¿Y con tierra de por medio? ¿Es la felicidad que tú quieres que sea?
¿Estás seguro de que eres feliz? O solo intentas serlo, de boquilla.

Y es cuando recuerdas que, felicidad para ti, significaba un café de madrugada, tantas tardes en la playa y las risas que os echasteis aquel verano a las espaldas.


domingo, 11 de enero de 2015

Eme



Las casualidades no existen. ¿O si?

Era diciembre y, vis a vis, el concierto caminaba con vida propia.
Entre tanta gente, tanta como pudo llenar aquel pequeño cubículo, vuestros ojos se encontraron una vez más.
No hicieron falta acordes de una melodía tan conocida, ni que te hicieras la francesita, no hicieron falta aplausos detrás de cada canción, en cada esquina. Aquello fue el todo, vuestra aproximación.

Palomas volaban lejos, cuando al sol le dio recoger y tú miraste sabiendo que no sería la despedida.
La guitarra siguió sonando- por mi tripa, decía.
Él te miraba mientras sus ojos imploraban el regreso de tu cara de Amelie. Era eso o convertirte una noche más en Lady Madrid.
Habiendo dado una de "mi mejor versión", el vértigo recorrió las venas de un final apoteósico.

Fuera nada más que os acompañaban las estrellas. Cuando su guitarra dejó de sonar se acercó para susurrarte al oído un "si quieres bailamos" y tú contestaste con un llévame al baile. Pasasteis de princesas, dejasteis solo restos de pólvora mojada en el balcón mirando al mar.
Afuera en la ciudad estuvisteis demasiado cerca de una hermosa taquicardia que habría hecho de esa mirada perdida solo un cuento de ciencia ficción.

Pasasteis de moteles de carretera, mientras los cantantes no dejaban escuchar vuestras sonoras carcajadas.
Nunca nadie os habían dicho que aquel año 92 fue terriblemente cruel.
Nunca nadie os dio consejo, ni os advirtió de lo que pasaría.

Entonces visteis la estrella polar. Y volvió el recuerdo.
No fue violento el amor, tan solo lento.
Fue un amor antes de tiempo que llegaba ahora en brazos del viento.

Rarezas

Parece mentira. 
Increíble que pasen los años y ese pensamiento continúe en tu mente como cuando destapas tu exclusivo libro de sueños.

Era aquel libreto dormido en el fondo de un cajón, donde te molestaste en guardar tus más anhelados deseos, lo que descansa ahora entre tus brazos.

El deseo de un amor de verano, cuando aún te faltaban años, lleno de noches largas y estrelladas; el deseo de ver sus manos rozando tu cara, que entonces te invadía, vuelve llamando tímidamente a la puerta.

Lo increíble es ver que después de tanto tiempo, aún destapas el libreto y esos sentimientos de antaño recorren tus venas de nuevo entre palabras de enamorada. Su rostro vuelve a dibujarse como un leve contorno en el filo de tu corazón. Su sonrisa vuelve a clavarse en una piel que ha madurado y que sabe que aunque se empeñen no volverás a caer en la misma trampa.

sábado, 3 de enero de 2015

Mírame surcar los cielos.


Y pasó lo que no tenía que pasar: me enamoré de ti, Eve. 
Puedo asegurar que era lo último que quería que pasara.
Pensé que podría resistir tus encantos, que no me afectaría verte broncearte al sol mientras mis alas y yo surcábamos el cielo. Pensé que él serviría para alejarme de ti. Él era el amor de tu vida, y mi mejor amigo. Yo nunca fui más que una bonita casualidad que se cruzó en tu camino cuando más lo necesitaste.
Enterramos sus recuerdos a la fuerza para evitar que su muerte nos siguiera haciendo más daño.
Él fue el que me animaba a seguir cuando yo solo pensaba en rendirme y cuando te tuve delante fue él quien no estaba para darme consejo.
Siempre tuve miedo, Eve. Miedo de lo que pudiera pensar él, de estar traicionando a un hermano, de no saber reconstruir tu despedazado corazón. Tuve miedo de que pudieras quererlo más que a mi.
No hubiera soportado perderte y supe, cuando él volvió, que tu corazón siempre había sido suyo.
Por eso lo hice, porque la pieza que nunca encajaría en el puzzle era yo.
Me ofrecí a dar la vida por él antes de saber que esperabas a nuestro hijo. Cuidate, Eve. Espero que algún día sepas perdonarme. Te dejo en buenas manos.
Hazme un último favor, sé feliz.
Te querré siempre,
Danny

Blanca navidad


Solo quiero que mires atrás. Mira atrás y recuérdame todas esas sonrisas de niña.
Mírate y dime si realmente merece la pena que nieve y tu no puedas salir a compartir esa sencilla alegría con los tuyos, dime si merece la pena verlo tras un impersonal y alejado vidrio de hospital en el que no recibes visitas porque te avergüenzas de ti misma.
¿Verdad que antes todo era más sencillo? 
Antes las explicaciones sobraban, las risas estaban aseguradas y  no te obligaban a tomar un tequila por cada duda.
Eran días en los que una estúpida cinta métrica no gobernaba tu vida, la comida era un objeto indispensable para seguir teniendo fuerzas y no el peor enemigo que podía cruzarse en tu camino.
Por eso, pequeña, ya que has crecido un poco quiero que no te vayas a mirar más al espejo si eso te repugna, quiero que disfrutes de la vida, de las pequeñas cosas y que vuelvas a sonreír como lo hacías ayer, como cuando estás con nosotros , con la gente que te quiere, con tu familia.

Lo has decidido,. Ya no más tonterías. El espejo de la habitación de hospital ha caído estrepitosamente al suelo, el metro que se anudaba a tu cintura yace colgado sobre el pomo de la puerta y tu con un trozo de chocolate entre los dedos sales a dar saltos sobre la nieve fresca.
Has vuelto.

Un millón de luces


Y él dormitaba todo lo que el frío le dejaba.
No sabía soñar, y hace tiempo que dejó de disfrutar.
Hasta ayer.
No sabe lo que pasó. Desde niño dejó de creer en la magia y todo dejó de parecerle bonito.
Pero ayer volvió a creer, frenó el crecer- susurró que la magia existía y una sonrisa salió de entre sus labios en forma de exhalación.

Comienzos de diciembre. Frío.
La ventana mal cerrada y la penumbra invadiendo la habitación. Le dio por descorrer las cortinas.

La vió. Vio a aquella joven feliz. Daba vueltas y vueltas en la plaza mirando a las estrellas. También se maravillaba por las luces que pendían como de un hilo sobre la fuente de aquel concurrido rincón de la ciudad.
Él la miraba, vio que sus ojos brillaban tanto que algo dentro le dijo que debía conocerla.
Bajó al portal poniéndose el abrigo y salió a la calle. 
Ella había dejado de bailar, ella no estaba.
Se dijo que sería una casualidad del destino cuando se dio la vuelta para ver esa despampanante sonrisa sobre él.
Era Navidad, todo podía pasar.

viernes, 2 de enero de 2015

Eras tú

Tu acababas de venir de un viaje en el tiempo.
Estabas igual, igual de tú, igual de invierno, igual de sonrisa.
Tu acababas de venir de un viaje en el tiempo y a mi me dio por mirar.
Me viniste viendo desde lejos.
Y el mundo se paró cuando me di cuenta de que eras tú entre tanta gente, después de años de no verte.
Tuvimos la opción de ser nosotros, de acercarnos y saber que fue de uno y de otro pero no quisimos bajarnos del tren que en su día cogimos por separado.
La música seguía sonando en aquel lujoso antro y mis pies, hartos de ti siguieron bailando.
Tu acababas de venir de un viaje en el tiempo y con un último vistazo continuaste tu camino.
Dos minutos de aquella primera noche del año. No más.
Fueron dos minutos de decir palabras con los ojos. Ciento ochenta  segundos de un todo o nada.
Terminamos espalda contra espalda, espada y pared como tantas otras veces sin querer decirnos nada.
Y la nada pudo con todo.



a Mc.
(Joe Jonas, Demi Lovato)