martes, 27 de octubre de 2020

La city

 De pronto, martes tonto, me entraron unas ganas locas de enseñarte todo lo que conozco de la city. Solamente por darme el lujo de que mi cabeza vuele lejos de entre estas cuatro pareces.Suenan JP Saxe y Julia Michaels y se me derrite un poco más el alma.

Me entran ganas de viajar contigo, de jugar a redescubrirlo todo. Siempre dije de ella que no me gustaban sus prisas; y es cierto que no la veo como el mejor rincón para proponerse echar raíces. El ritmo frenético de su vida no es una cualidad que me tenga enamorada.

Pero luego pienso en la cantidad de tiempo que llevo sin viajar- más aún si ese tiempo pertenece al compartido con tus carcajadas; y Londres se me antoja la parada de metro perfecta para volver a retomarlo todo por donde lo dejamos.

Miles de kilómetros para reabrir cajones de sensaciones, y discernir entre las minucias y lo verdaderamente importante.

Creo que te alucinarían los alrededores de Piccadilly, que nos reiríamos mucho cuando no pudieras practicar tu perfecto inglés por ninguna calle de Candem. Y que acabaríamos las rutas con los pies helados y desechos en algún café del centro- aún así tu café doble con hielo, llevándose a matar con mi chocolate caliente.

Sería otra sucesión de recuerdos para la colección. Y tú te dejarías hacer, como siempre que me toca hacerte compañía a regañadientes.

Soy consciente también de que toda esta sarta de sueños termina justo en el borde de mi cabeza. Que tengo tu recuerdo, un par de canciones y todos los deseos pechados.

Ellos no les tienen miedo a nada. Soy yo, la dueña de ese miedo.

Pero los he enseñado bien. Y saben que si salen todo se termina.


Notting Hill, Junio 2016


jueves, 22 de octubre de 2020

Propio

 No eres buen tipo. Eres mejor.

Intentas engañar a todas las vidas que se te cruzan con eso del todo me da igual y algo de hastío. A mi misma, estuviste a punto de convencerme cuando aquella madrugada casi rozamos el suelo a golpe de ron con hielo.

Algunas noches quieres sentirte pirata, aunque todo acaba en naufragio- contigo encerrado en tu habitación derramando tinta negra para hacerte trizas el corazón. A veces se te escapa que siempre fuiste de hoja caduca, justo antes de desaparecer.

Sangras por todas y cada una de las heridas de aquellas nadies que se agarraron a tus días. Dices que son nadies porque se marchan cada diciembre como augurio del frío que no termina de nevar sobre el invierno. Por eso, y porque no sabes cómo gestionar las ganas, el llanto y los pedazos del alma rota.

Si no te conociera como lo hago, te pensaría hipócrita. Te creería el más ególatra de toda Malasaña. Sería reacia a compartir contigo una o dos noches por la capital.

Pero luego sales. De todo.

De casa, de alma, de sueños.

Sales hasta de las heridas.

Te queda tan bien eso de hacer leña del árbol caído que ya vas camino de terminar el bosque.

Luego sonríes. Porque recuerdas que aún queda tinta. Porque te encanta el jodido invierno. Y porque sabes poner la mano en el fuego por todos los que han decidido quedarse. Antes incluso de que ellos te lo digan.

Qué le hacemos si siempre fuiste de magia negra y anticipación.

Se le escapan las luces a Madrid.

a P. Gracias por la inspiración. Te debo un par de cervezas por las licencias.

viernes, 2 de octubre de 2020

Luscofusco

 La última vez que nos vimos me dijiste que los bombones se derretían al sol.

Fue como si hubiesen salido los únicos rayos del norte para dejarte soltar aquella frase. No me di por aludida, por supuesto. Pero me hizo gracia que no hubiera nadie más que yo a quien referirte.

La última vez que te vi, te habías dejado la prisa aparcada en doble fila, junto con las nubes de la tormenta de la tarde anterior. Y la sonrisa se te escapaba por los dos lados de la cara.

Recuerdo que también te pisabas las ojeras, pero dijiste que a quién le hacían falta horas de sueño teniendo un día como aquel.

Tú y tus retóricas.-Confieso que las extraño

Nos pasamos dos o tres horas contándonos la vida a verso y prosa frente al oleaje, que no le hacía justicia a toda la paz que me transmitías.

Luego nos dijimos adiós sin fecha ni ganas; sin tan siquiera saber si volveríamos a coincidir pero siendo conscientes de que apostar con el destino siempre fue un juego de azar para el que ninguno de los dos nacimos preparados.


A P. por las ilusiones.








Elliot Erwitt