viernes, 20 de junio de 2014

Si de ilusiones se vive, de decepciones se muere.

Esperar. Esperar un deseo, una llamada, una noche mágica, un beso, una recompensa.
Y luego nada llega. Luego se caen los sueños, las muñecas de trapo quedan abandonadas en un rincón y se termina el polvo de hadas.
Vivir esperando a que todo llegue es una auténtica farsa.
Más tarde terminas de crecer y te das cuenta de que nada es como lo pintan, de que vivías demasiado feliz y de que la vida es cuesta arriba.
Como siempre dicen, no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo aguante. Hay que quitarse los miedos y seguir hacia delante.
Pero luego llegan las dudas, los agobios, los llantos, todo se desvanece...
Entonces ves que el trabajo no tiene la recompensa merecida, y te derrumbas.
Aún no ha salido el sol y tu ya no contemplas tu futuro, aún no ha salido y ya has dejado las armas en el derrotado campo de batalla.
Si fuera por ti, llorarías, aún más, de nuevo. Pero ya no te quedan lágrimas, ya no quedan despedidas ni gritos de alegría, porque no te vas. Te quedas. Y de nuevo hay que repetirlo todo. De nuevo vuelves a caer y no puedes ver el fondo.



martes, 17 de junio de 2014

A veces

A veces la vida te enreda, te da mil vueltas y tú te mareas.
Pierdes el sentido y sientes; y te enamoras. Te sientes tonto, te sientes feliz, pierdes el norte, viajas al sur, mojas tus pies en la orilla, los cubres con arena quizás tan caliente como la vida. 
Le soplas a los problemas, pierdes millones de trenes, te cuelas en el metro, en los bolsillos nunca encuentras monedas ¿de que sirve realmente el dinero? Si no da la felicidad, ni la compra, ni la quita….
Sonrisa de autobús. Martes ligero. Vienes con el viento, atizas las penas y las hundes en el fondo del vaso, con cinco dedos de vodka, a ser posible con hielo. 
Crees en los imposibles y lo gritas alto y lento.
Porque a la vida no le tocas el culo, ni le das la espalda. Ni tan siquiera la apartas.
Que la noche no te venga con aires de grandeza, que la luna no insista,que no quieres cuentos ni de ahora, ni de un momento; que puede que sea joven, pero tú lo eres más que ella.
Salta al vacío, arriésgate, juega con fuego, gana en paradas. Mira las cosas y no digas nada.
Sigue nadando, llega a la cala. Aquella en la que la luna se prometió en secreto, aquella a la que ni el mar espanta. Nada por ti y por todos tus compañeros. Respira y luego despierta. Después de la tormenta, de un rayo de sol, de una grieta en los labios y de las estrellas…Después de todo, baja la marea y entonces llega la calma.


Bólido, mientras sienta.

Alguien tiraba de mi, querían que siguiera viviendo, ¿no? Aquí estoy.
Escuchaba pasos, voces a lo lejos, lentas, graves y silenciosas pero tuve miedo, estaba solo.
He vuelto a nacer.
Lentamente me fui dando cuenta de que escuchaba una y otra vez el susurrar de mi nombre al oído, unas lágrimas saladas mojaban de vez en cuando mi cara y alguien me apretó fuerte la mano.
La oscuridad se fue alejando poco a poco y pude ver una luz cegadora que me invadía.
El rugir de un motor, un motor nuevo, demasiada potencia, me arrolló. El calor de un volante me quemaba las manos y me dio tiempo a sonreír. No quise mirar el retrovisor de un pasado extraordinario dos veces, quise seguir, elegí vivir. Respirar.
Mi pasión: la velocidad.
Estaba esperando a que alguien me llamara, cuando millones de voces se alzaron cogiendo un corazón en alto bajo una misma bandera. Pensé que había estado demasiado tiempo fuera. Decidí regresar.
Solo entonces me sentí con fuerzas para abrir los ojos, con gritos de júbilo, celebrando una victoria.
Hace un día de ello, seis meses después y ya lo echo de menos.
Miro por la ventana pensando en reestablecer el motor de mi vida, para siempre, en repararlo.
Luego la miro a los ojos. Esos ojos que ya no lloran porque decidí quedarme junto a ella. Esa mano que me aprieta entre las mías, demasiado tensa.
Estoy vivo. Respiro. La tengo a ella y sigo.


lunes, 9 de junio de 2014

Simplemente

Necesito un vehículo para llevar de calle a mis sentimientos. Suena algo a lo lejos. Desde tiempos inmemoriales los humanos han usado el ritmo como un complemento esencial para su vida. Eso es, música.
Con una única palabra que engloba un mundo podemos ser capaz de expresarnos sin tener que abrir la boca, sin despegar los labios. Sólo dejarse llevar, sólo sentirlo.
Y es que existen pequeños portadores de ese don. Gente a la que la música le ha cambiado la vida, gente que siente, que es y se esfuerza en ser diferente.
Estas personas están menospreciadas en la sociedad actual. Personas que mientras duermen componen días y días de traviesas melodías, personas a las que le faltan medios y les sobran ganas. De ellos es en realidad el mundo, de los que con una nota hacen derramar una lágrima, o que con un acorde de guitarra hacen temblar una mirada.
Sin embargo, nadie los comprende. A sus alrededores sólo encuentran gente hueca, vacía de contenido a los que les resulta imposible llenar con su música.
Joaquín, tú eres uno dé ellos. Eres uno de los elegidos y el mundo ha empezado a darse cuenta. Están despertando del sueño profundo en el que llevan algún tiempo dormidos.
Puede que esto resulte demasiado impersonal, que no lo vayas a leer nunca pero a mi me sirve con llevarte en mi cabeza.
Tengo que darte las gracias. Por hacer de tu música uno de los sentidos de mi existencia, por levantarte cada día y respirar, por soñar, por soñar despierto.
 Porque como tú mismo has susurrado tantas tardes de primavera hay días que aún no han llegado, los besos saben a quemarropa y no está demostrado que el sol se quede fijo ahí.
Porque tú me enseñas que, se puede querer lo que no ves.

Mientras tanto pones la radio, vuelve a sonar tu canción y sonríes entre suspiro y suspiro perdiéndote en el horizonte de su mirada.

"Piensa que aun hay días que todavía están llegando. 
Piensa que hay canciones que jamás has escuchado. 
Piensa en lo que te queda por hacer. 

Piensa que hay historias que nadie te ha contado. 
Piensa que hay lugares que nadie te ha enseñado.
Piensa en lo que te queda por hacer .. "



Joaquín Polvorinos, ayer - Pol 3,14

viernes, 6 de junio de 2014

Hey there Dellilah

¿Sabes una cosa? No elegimos hacernos daño pero sí elegimos a quien nos lo hace.
 Una reflexión profunda, de un chico dentro de las páginas de un precioso libro. Un chico al que un endiablado osteosarcoma le bebe la vida a sorbos. Gracias, Augustus. Parece que hoy en día necesitamos una tragedia en nuestra vida un cambio radical para apreciar lo que tenemos y llegar a valorarlo.
Despertad, joder, estamos vivos. Somos como somos, y punto. Que no vaya a venir nadie a cambiarnos, porque perderíamos el sentido de nuestra vida, nuestra esencia.
El daño, el dolor o la rabia son partes de ella. 
Eso que dicen que desahogándose de cualquier manera te liberas, que hablando se entiende la gente. Eso es mentira. Hay guerras que empezaron porque el hombre no entendió su propia palabra.
Con esto quiero llegar a eso que, como un maldito reloj suizo, llega cada hora a repiquetear mi cabeza, sin descanso. Como una eterna pesadilla. Tú. Si, tú. Yo he elegido que me hagas daño, porque pensé que valías la pena.
He de decir que me equivocaba. Una amistad no se alimenta de falsedades. Una amistad se cultiva a base del cariño, de ser honesto, de reírse sin que nadie lo entienda.
Puede sonar egoísta, pero una amistad se basa en la comodidad de uno mismo. Sabemos que alguien es amigo cuando nos sentimos a gusto a su lado. Nuestros amigos son aquellos que nos dicen lo que queremos oír y cuando lo queremos, con cuñas de verdad entre halago y halago para no desviarnos de la realidad. Y por eso, por ese hecho tan simple, son nuestros amigos.
Me parece fantástico que hayas decidido vivir tu vida y echarme de ella por la salida de emergencia. Pero aunque fuera por un respeto a lo pasado, pienso que me merezco una explicación. Sin embargo, no explicas, no dices nada. Todo es maravilloso, al menos a la cara. Detrás de mi, la realidad es bien distinta. ¿Me da igual sabes? Me ha dolido, eso es todo. Pero ya, me da igual. Lo único que quiero, que necesito es que si has decidido ponerme en tu lista negra, que si quieres que salga de tu vida: échame para siempre, no a medias, no para un rato, no a las espaldas. 
Reúne el valor y la labia que haga falta para decirme que no quieres volver a verme la cara. Yo me voy. Tú vive tu vida como más te guste que yo, haré lo propio.
Eso, si. Voy a intentar ser feliz, voy a perseguir mis sueños. Cueste lo que cueste, le pese a quien le pese.
Y gracias, por los momentos que vivimos. Por todos y cada uno, aunque ya no sean más que eso, momentos.


lunes, 2 de junio de 2014

Siempre rey

Se me quedaba grande sin ti, querido amigo. No pude sino renunciar a esta España que un día, allá por la  juventud fue tan nuestra. No es que no vea un futuro próspero para ella, no significa que no la vea en su plenitud y sus años de bonanza vestida de un brillante rojigualdo a su espalda.
Sino que me hago viejo, los años pesan mucho sobre mi espalda y sin ti ya no es lo mismo. Han cambiado tantísimo las cosas. Suerte que tu acabaste con la inocencia de un niño y te quedaste con lo verdaderamente bueno. Pero, aunque digan que no puede salir de esta, que no podemos con nuestros problemas, yo me niego a creerlo. Ha llegado el momento de dejarles crecer y soltar su mano, indicarles el camino para que ellos lo terminen solos.
Me da miedo sabes que esto puede acabarse en cualquier momento, me da miedo no verlos crecer como antes...
Esta mañana he salido a tranquilizarlos pero, han visto el miedo en los ojos.
Ella, a pesar de todas las veces que le he fallado estaba tras las luces, tras el telón siempre expectante y me ha susurrado al oído "tú puedes, Juan Carlos". He de confesar que ella son todas mis fuerzas. Y entonces me he dado cuenta de algo. Es cierto que tenía miedo, siempre lo he tenido. Miedo de no saber dar la talla, de fallar a cuarenta y seis millones de personas pero después un sinfín de recuerdos se han acercado a mi envejecida memoria. Eran buenos, te lo aseguro. Todas y cada una de las veces que hemos caído, han sido cientas. Me atrevería a decir que llevamos cayendo toda nuestra historia. Sin embago, hemos sabido levantarnos. Una tras otra, siempre. Eso sólo puede tener un nombre: coraje. Estamos unidos bajo un mismo sentimiento: las ganas de vivir, y vivir a la española.
Puede que los defectos de nuestras gentes superen nuestras virtudes. Pero esas virtudes no las tiene nadie. Puede que nos guste mucho la fiesta, pero sabemos que en nuestras manos encontramos dos valiosas herramientas de trabajo. Sabemos que no somos perfectos y tampoco nos molestamos en serlo, pero tenemos la ambición de la buena vida.
Por eso, de un tiempo a esta parte. Desde que un calendario más pasó sobre mi cuerpo, decidí que era hora de crecer. Le toca a él erigir todos los logros que una vez tú y yo alcanzamos juntos.
Esta noche puedo dormir tranquilo, confío en ellos. Quizá no me quede mucho para verte, de hecho, podré decir que he cumplido nuestra promesa.



Un amigo para toda la vida, por favor


Ellos son el motor de tu vida. Son personas a las que puedes llamar a cualquier hora del día para que aparezcan, son tu pequeño kit de superviviencia ese que contiene algo de alcohol para limpiarte las heridas o tiritas para el corazón, ese que guarda en un compartimento secreto un bote de chocolate y un paquete de palomitas.
Son los amigos.
¿Qué significa en realidad esta palabra, qué nos regala?
Los amigos vienen y van. Son personas que a cada momento de tu vida te sostienen entre sus brazos. Son personas que pueden durar un día, un mes o toda una vida. Son personas maravillosas que a veces no nos merecemos y por las que daríamos el mundo para verlas sonreír a nuestro lado.
Normalmente hay pocas personas de este tipo, que cumplan todas las características, y en algunas etapas llegan a estar en peligro de extinción, por eso, si tienes la suerte de toparte con alguno agárralo fuerte y muéstrale la mejor de tus sonrisas.