jueves, 30 de abril de 2015

Por tres mil más mariposas


No sé si sentirme bien o sentir que estoy tirándolo todo por la borda.
Me atreví al fin a luchar contra las mariposas que se empeñaban en dificultar mi camino, en cortarme las alas de mantequilla, en lugar de ponerme a volar. Me atreví a susurrarle lo preciosa que es al oído.
Hace días que no la veo, y supongo que para ella la vida continúa.
Me atreví a dar un paso adelante para dar dos hacia atrás. Ni la conozco y ya la echo de menos.
No me atrevo ahora a mirarla a los ojos. Pero tendré que hacerlo. 
O eso, o perderé el tren que me lleva a su sonrisa.


No sé apartar su sonrisa de mi cabeza. Soy una chica curiosa, que siente debilidad por las casualidades y que adora las cosas bellas de la vida. Su aroma viene y va de mi memoria como una suave brisa de primavera.
¿Qué me pasa? No puedo ilusionarme así.
Fue una tontería, de película, pero necesito despertar. Necesito hacerme fuerte. Recordarme que mi corazón tiene dueño, y que un verano puede cambiar mi vida.
Sin embargo, no soy capaz de suprimir su "preciosa" de la esquina más recóndita de mi oído.
Me bebo los libros y los vientos por que aparezca antes de que el sol se ponga en nuestro lugar favorito. Entre páginas, y un silencio mudo cargado de sentimiento.
No sé si soy demasiado impaciente, o si la impaciencia amenaza con destrozar poco a poco mis ideas.


Ambos confiaron en las mariposas y sacaron a pasear sus alas de mantequilla. No les iba eso de perder trenes. Decidieron elegir un final feliz, de abril para volver a cruzar miradas.
Tarde del sur. Silencio y miles de personas invadiendo el rincón favorito de la ciudad de ojos verdes. Ella levantó la vista para verlo a su lado. Ni se había dado cuenta de que había llegado.
Él se disculpó.
Un "siento haber tardado tanto, te echaba de menos" sirvió para echar mano de la complicidad.
Una sonrisa bastó para un viaje de ida sin vuelta por las calles de Madrid, en negativos blanco y negro, bajo la complicidad de un vivir a fondo pisando baldosas.

domingo, 26 de abril de 2015

Libertad 8

Y no lo pensé. Simplemente disfruté el momento. Corrí hacia el muelle y me tiré al mar.
Quise saber qué se sentía siendo libre aquel atardecer, quise sentir la espuma de las olas bailando sobre mi piel. El sol dejaba San Francisco y yo quería jugar con la luna.

Sentí celos. Quise ser la ella que se había convertido en letras de canciones. Quise haber sido su último beso, su amor de estación. Quise ser su hueco en el sofá y a la que midieron la cintura con el ancho de un abrazo. Y no un ¨las segundas partes nunca fueron buenas¨

Nunca hubiera podido imaginar que serías mi segunda parte, que te encontraría de noche, y continuarías estando a mi lado al despertar por la mañana. Nunca imaginé que serías tú y te tendría tan cerca.
Y ahora que lo veo, que te tengo al lado solo miro y sonrío.
La de vueltas que dará la vida- de pie.





Enamorada de la luna compostelana

Ni siquiera sé si fui yo la única que se dio cuenta. Cuánta admiración le tienes. Cuánto lo aprecias, desde el mismo día que se cruzó en tu camino. El día en que insistió ayudarte en aquel concierto. No le hizo falta más que la ayuda de un violín para dejar sin palabras a cualquiera.
Tuvo miedo, como bien nos confesó. Miedo de que en la madrugada de domingo, no apareciera. Que todo se redujera a nada. Pero vi que tú lo animaste, intentaste que se viniera arriba.
Y vi ese gesto. Ese abrazo. Esa palmada de espalda. Le pasaste toda tu fuerza, tu fiereza y tu bendita suerte.
A Marino no se le caía la sonrisa, iba abandonando poco a poco el miedo a perder, y dejaba a un lado las mentiras para llenar de verdades su amado instrumento.
En una noche mágica en la que las voces sorpresas y el vello de punta fueron los protagonistas.
Una noche en la que Fredi rondaba por la barra del bar, buscando a la fugitiva de los labios rojos. Noche en la que Luis se deshizo de la sombra de ella rasgando las cuerdas de la guitarra.
Esa noche en la que tus ojos cobraron vida propia cuando le susurraste un "te amo" al oído con todo el cariño del mundo. Cogiste confianza rápido con nosotros, con ellos, y de  nuevo: estabas en casa.



Funambulista

Demasiado inexplicable ese sentimiento. Escalofríos, ojos de vidrio.
Ese ver brillar una mirada y sostener con los dedos torpes el corazón de otros tantos a tu alrededor-abril- noche helada de norte. Noche de Compostela, recitando que "aún quedaban estrellas".
Inexplicable, el poder decir que he compartido recuerdos contigo que me saben a tanto, que me llegan tan  hondo y que quedan grabados en mi retina. Algo tan simple, que asusta.
Que son tuyos, tuyos y míos para siempre.
Gracias por transmitir esos dobladillos de servilletas tan llenos de tinta con nosotros para acabar cantándolos a voz en grito bajo la melodía de tu maravillosa guitarra.
Gracias por quedarte desnudo, despojado de todo miedo, sin sombras, ni penas: sincero.
Gracias Diego, porque aunque no lo creas hoy has hecho realidad miles de sueños.
Con cada una de tus sonrisas y con tus sentimientos.
Los que poco a poco fuiste descubriendo para nosotros.
Gracias porque hoy puedo irme a dormir sin escuchar nada más que tu música sonando como un run run en mi cerebro.
Y quiero que se quede, que no se marche y que vuelva. Tiemblo cada vez que mi avispado subconsciente rebobina el casete de una noche atrás. 
Sin embargo, la habitación está en silencio; los pies, hechos polvos y la voz tocada, pero feliz: feliz de verte, de poder haberme cruzado en tu vida, en ese instante.
Feliz de ser Funambulista.

De veinticuatro a veinticinco: querido abril.


"Bendita mi suerte."

lunes, 20 de abril de 2015

Entre libros, suplico

Ella lo es, la ciencia que lo puede todo, la que nos quita y nos pone a su antojo. No somos más que sus serviles y dirigidas marionetas.
No me subestimes, me encantas, te admiro, te adoro. Sueño con que esta bonita cabeza se concentre y deje de escribir en automático algún día. Maldita cabeza, maldito automático al que le llueven ideas en los momentos de tiempo más inoportunos, cuando tus manos cuelgan entre un abarrotado calendario y un billete de ida con vuelta aún indecisa.
Bendita carrera, en la que tú o cualquier otro decide como y cuando llevar el testigo, de que manera pasárselo o quedárselo en plan egoísta.
Y ahora apelo al mismísimo ángel negro, a todos los santos, a mis pedazos de cielo que caminan entre las nubes, a la luna flamenca, a las estrellas del sur y a este viento frío del norte. Ahora pido que mi cabeza deje de ser esa montaña rusa desenfrenada en pleno mes de mayo. Que no pase al nivel cuatro el ritmo frenético de mi corazón y que la delicadeza calme los nervios que más de una vez han decidido jugar en mi contra.
Pido que dejen de aparecer voces que me llenen el alma. Pido que mis conexiones vuelvan a estar ordenadas por el curso de mis pasos, que el orden no se altere de aquí a un rato. Tampoco pido tanto.
Pido querer, quiero poder.
Quiero que esta pasión no se acabe tan pronto, que no le de por terminar con mi última respiración.
Pido saber y dar por sabido para después, poder soñar con tanto y a medias todo lo vivido.
Medicina automática, cabeza de enero, vuelve y me cuentas, que aún queda algo para otro febrero.



90


Divina.

Hace ya tiempo que decidí que quedarme en los noventa. Seguir amando al primero, y a quien me hizo darme cuenta. Hace tiempo que llegó el ocaso de los dioses y decidió no llevarme consigo. Dejarme aquí con dos copas de champan, en tacones y una cama vacía: Yo, sin abrigo.

Fue John quien me enseñó que el corazón latía más lento con una sonrisa, que se aceleraba con un baile.
Fue John quien me enseñó la mecánica del corazón.
Tras muchas caras, tras muchos cambios decidí quedarme allí.
Hace solo 20.Veinte años, y feliz.

Él me ha robado el mes de abril.

Nuevo día de la semana, nuevo lunes, nuevas oportunidades y yo aún sin dormir. Nueva voz en mi cabeza, nueva sonrisa de medianoche, de media vida. Y Andrés le acompaña, con la guitarra, como siempre.
Casualidades de la vida han hecho que te encuentre, que te encontrase aquella tarde, en aquel momento, y en el perfecto y preciso  instante. Han hecho que tenga una voz más con la que soñar mientras la luna decide salir a pasear.
Unos años más de experiencia que los míos, tampoco tantos. Más del norte desde la cuna, más de escribir sentimientos que de decirlos a oscuras.
Ha sido desde el primer momento, desde la primera palabra que te oí susurrar acompañada de un piano en esa bella melodía.
Nuevas experiencias de primavera, lunes de flores, de quedarse sin aliento a base de carreras, y tú conmigo, haciéndome sentir alguien, haciéndome sentir. Dejándome llevar, y siendo de nuevo yo.
Lunes de nuevo, vuelta a la bendita y repetida rutina y yo sin dormir. Y duele el amor, duelen los besos y los abrazos y un gracias por todo lo que queda por descubrir tras las palmas de tus manos.



A Fredi Leis

domingo, 19 de abril de 2015

Solo dime cuando

Tan lejos, como el día de la noche, como el norte del sur, como el ruido del silencio, como mercurio de venus, o Zeus de Tifón, como la fantasía de la realidad o como tú de mi y yo de ti.
Tan lejos y a la vez tan cerca. Sin saber ya si abrazarte fuerte para no soltarte o decirte adiós con lagrimas en los ojos. Tan cerca y a la vez tan lejos, sin saber si la distancia se disipará en cualquier momento o si es una gran losa atada con cadenas a mi tobillo.
Sin saber si volar o tomar tu mano, si hacerte reír de nuevo o perder mi sonrisa sin ti.
Sin saber si luchar por continuar u hondear esa inmaculada bandera blanca. Sin saber si somos o si fuimos, si seremos o si seguimos siendo. Tan cerca y a la vez tan lejos de todo, como enero de diciembre como mis penas de mis alegrías cuando me faltas. Como tú diciéndome te quiero al oído.

Aún no sé cómo, no sé el cuando, solo sé que te quiero y que por ahora he decidido no soltar tu mano, seguir luchando y ver el vaso medio lleno cuando faltes a mi lado.



(Laugh Out Loud, Miley Cyrus y Douglas Booth)
a M.

domingo, 12 de abril de 2015

Todo empieza sonriendo

Punto cero: un cruce de sonrisas, y ya te has ganado al mundo.

Y entonces continuaste perdiendo la cabeza por cada línea de su espalda. Sin saberlo ni quererlo te enamoraste de ella.
Puede que ya lo tuvieras planeado en secreto, puede que ella fuera cómplice de aquel hurdido plan de invierno que trajo la primavera.

Ahora estás con ella. Y sonríes porque sí, porque te da la gana, como siempre. Sin nada y con todo a la vez, sin poner nombres y rompiendo reglas y esquemas de los que, como vosotros, se amaron antes intensamente.
Tú,  que piensas que la vida se disfruta sobre ruedas y acordes de la guitarra acompañados de saltos de obstáculos. Tú que has encontrado a quien querer bajo tierra, en railes desenfrenados de metro, volviendo a casa, a quien querer de madrugada, a media voz y un domingo por la mañana.
Ahora te das cuenta de que nunca has sido como los demás, ni nunca lo serás.
Ahora te has dado cuenta de que lo que te diferencia del resto del mundo son tus ganas de vivir. Tus ansias de disfrutar el aquí y el ahora.
Ahora te has dado cuenta de las ganas que tienes de seguir disfrutando de tu vida: una vida enredada a su pelo durante el tiempo que el viento tarde en separaros.
Ahora te das cuenta que las letras, las palabras tienen un significado distinto y de que laten por si mismas.
Ahora, así, a la luz de un domingo, la quieres todavía más.




A J.

sábado, 11 de abril de 2015

Sigamos hablando en presente

Y de repente fue como si una gran losa de mármol cayera sobre mi alma. No me lo creí al principio. Lo hacías tan natural, tan humano que se me olvidó por un momento el peligro.
Puede que hiciera tiempo que no habláramos, que hiciera tiempo que nuestras vidas hubieran tomado caminos separados pero aquella noche-en que me llegó la noticia- dormí con el corazón encogido.
¿Cómo podía ser que la vida nos arrastrase de esa manera tan perra? Si, perra.  Es lo que siento, al mirarte a los ojos y saber que no puedo hacer más que estar a tu lado para remediarlo.
Por una parte alivia, ¿sabes? Puedo hablar de ti en presente, puedo hacerlo hoy y millones de años más porque lo sé. Sé que si no puedes tú con esto, no podrá nadie, absolutamente nadie.
Estoy contenta de que a pesar de todo, la sonrisa no se haya caído de tus labios. Estoy contenta de ver lo que consigues con un poco de ánimos y un par de fotos enseñando músculo, para que todos veamos que sigues bien y que aún no te vas porque nos quedan muchos momentos por vivir.
No me queda mucho más que decir. Sabes que puede que no pueda expresar mis sentimientos de otra forma, y que solo sirvan estas pocas palabras de aliento en la distancia para sostener tu mano mientras dure esta carrera de obstáculos. Sabes que siempre has sido el mejor saltándolos. Creo en ti, todos lo hacemos.
Adelante, una vez más- a por la siguiente carrera.

a P.

El eterno Peter Pan

Ella esperó una noche más a que saliera la luna. De nuevo sonó aquel fatídico interfono que la conectaba con el resto del mundo.
Simplemente deseaba que no fuera él de nuevo. Que no se plantara ante su puerta como cada madrugada con lágrimas en los ojos diciéndole tantos te quieros vacíos de sentimiento. Que no volviera a decirle que todo había sido un error-o varios- y que el perdón podía arreglar un corazón roto a base de tiritas.
Esperó a que sonase más veces pero no hizo caso. Aquella noche sería solo suya, como todas las que le quedaban por vivir. Suya, y de aquellos pequeños ojos azules que corrían por la casa sintiendo lejos al hombre incauto que llamaba a la puerta.



Ya se había cansado de no tener polvo de hadas para volar lejos a ese Nunca Jamás tan prometido. Se cansó de que fallasen las alas que la enseñarían a volar. Se cansó de tenerlo lejos y de que la segunda estrella a la derecha no se viera en los días de lluvia. Y se armó de valor para dejar de soñar, y poner los pies en el suelo. Se recogió el pelo y se vistió de su mejor sonrisa para salir a la calle.
Ya no más, por una persona que se había olvidado de lo lejos que quedaron los indios y las sirenas, ya no más para aquel  niño grande que se negaba a crecer. Un niño, al que ya hacia tiempo que quedaban mal las bermudas de Peter.
Un eterno Peter Pan.

a W.

Algo más de un siglo atrás

Ya no existen los amores apasionados, como los de antes. Tras vueltas y más vueltas a mi cabeza creo que ya he hallado la solución. Está en la esperanza de vida. Eso y que nos hemos cansado de que el amor deje de dar frutos.
Puede que antes no viviéramos ni la mitad de los años que derrochamos ahora. Pero era más intenso, eran solo tiempos de vivir, de aquel conocido carpe diem, de aprovechar ese, aquel y todos y cada uno de los momentos que se interponían en nuestro camino.
Antes, sabíamos a lo que íbamos, solo perdíamos el tiempo en cosas necesarias. La vida era corta, tanto que una injusta despedida podía llegar a la hora exacta del momento equivocado, y después nada.
Había pasión, había ilusión y una suave brisa de desenfreno cuando los ojos indeseados se mantenían alejados de los nuestros.
Puede que antes no viviéramos tanto, y viviéramos mejor.
Puede que simplemente haya cambiado la forma de concebir el tiempo, de pasarlo y hacerlo pasar. Era diferente.

No buscábamos ver pasar las horas ante un reloj de pared, salíamos a llenarlas para luego ni mirarlas a la cara al llegar a hurtadillas a casa.



(Orgullo y Prejuicio, Matthew Macfayden y Keira Knightley)

jueves, 9 de abril de 2015

Mientras el sol se caiga


Me pregunto cuando me acostumbraré a las despedidas. Cuando seré inmune a las lagrimas que, egoístas, me impiden decir adiós con una sonrisa.
Cuándo llegará el invierno y deje paso a la alegre primavera sin que tengamos que dejar de vernos.
Me pregunto si esta tristeza se queda solo por dentro, o si acaso se refleja en mis ojos.
Y es que a decir verdad, ellos nunca se separan de ti. Forman una parte inmensa de tu alma, que traspasa fronteras e inunda los corazones.
Me pregunto si algún día cambiará mi forma de echar de menos, más distancia, menos intensa.
Y todo esto me lo pregunto desde el recuerdo, repasando una por una las vidas que están ancladas a mi existencia, rellenando los vacíos de unos raíles de tren que amenazan con alejarme más y más de mis promesas.
Todo esto me lo pregunto sin interrogantes, viviendo, amando, gritando, cantando, bailando.
Me pregunto si mañana será mañana y tendremos que volvernos a encontrar.

a J y S.

lunes, 6 de abril de 2015

Aviones de papel

Mil y pico kilómetros por el aire. Tarde de abril, y el sol se esconde entre tanta nube de algodón. Hoy decidió no salir.
Abril de despedidas, abril de abrazos y de amor. Abril de Primaveras. Cruces de fronteras en vuelo. Demasiado alto para que mis pies toquen el suelo. Miles de vidas conectadas por unos pocos metros cuadrados con millones de historias, motivos y porqués diferentes.
Morriña galega llaman a eso de derramar lágrimas por las mejillas cuando quieres volver sin regresar, paradojas de la vida.
Cielo de abril bañado en infinitos colores, música en mis oídos. Me apetecía escuchar algo de los míos. Gracias Funambulista, acorde más de la banda sonora de mi vida.
Puede que sea porque no salgo de mi tierra, pero hoy, de una punta a otra, de sur a norte para llevar la contraria, me siento más yo. Bendito domingo de los de siempre.
Demasiada tierra de por medio. Nubes y más nubes de algodón.
A lo lejos, no tanto, Lorenzo amenaza con irse pronto a dormir, mañana madruga, conmigo.
Desde aquí arriba me siento inmensamente insignificante y a la vez tan reina de corazones, reina del mundo.
Sobre mi, solo llegan los años luz tardíos de una estrella. Me saludan. Hola, abuelos: os quiero.

Domingo. Cinco de abril. El sol se va, cerca de las nueve.



(Málaga-SDC)