viernes, 30 de abril de 2021

Abriles cerca

Bájale el volumen a las calles. Apaga todos los semáforos a golpe de pestañeo, que tienes el poder y la magia de pocos.

Pero no corras las cortinas. Ni me descubras la vergüenza de mis esquinas.

Y luego sube el (volumen) de los versos, pronuncia una a una cada lágrima que te corroe hasta que dejen de sangrar las heridas. O hasta que nos reine el silencio.

Porque después de las tempestades, y de que el todo mal lo cubra todo, viene el anhelo de la mano de la esperanza.

Y somos conscientes de que llegamos a ver por nosotros mismos la inmensidad de cualquiera de los océanos- pero es el pacífico el que termina alzándose victorioso.

Cada cual siempre acaba encontrando su salida de emergencia. El bote que le salva la vida a trompicones y la forma de escapar del miedo al miedo.

A mi me cura la poesía. Y todas las veces que tú si, pero yo también.

Por eso no quiero que dejes de serlo;

 tú, de ninguna de las formas y maneras- o de todas.

Por eso me pesan los abriles y los festivos. Porque que te vistas de primavera a mi me sabe a necesidad, pero luego las olas del verano derriban todos mis castillos en el aire y me dejan desnuda de silencios, con todo por contar y con muchas de mis dudas no resueltas impresas sobre los lunares.

Porque el sol quema más en primavera. Y sentir que te falta el aliento es una de las forma de estar viviendo en gerundio.



martes, 13 de abril de 2021

Alma gris, cabeza fría

Un vuelo de vuelta.
Y tantas cosas aún por decir.

Ignorabas qué broma te trajo de vuelta,
no sabía si pasarte a buscar o encerrarme
en tu habitación cogiendo prestada la pena.

Tengo la sensación de ir siempre un paso
por detrás del mundo y,
mira que te esforzaste por enseñarme a volar.

Hoy hablábamos del querer,
como concepto.
Y olvidamos querernos a nosotros mismos.

"Querer es quedarte aún más en los peores momentos." Decías.

Luego alumbramos la conclusión:
El amor, elevándolo a la condición de fruta,
madura con el tiempo.

Dicen que mejora como el buen vino,
que se hace profundo y se acomoda en tu sofá.
Tiene punto álgido y sabor dulce pero acaba reducido a cenizas.

Y después de la madrugada,
has adherido tu vida a la desidia.

Decidiste que decir adiós al fuego es la mayor de las aventuras.
Yo me trago eso de que el miedo ha podido contigo.

Pero no te engañes,
fue tu cabeza la que hizo el resto.





Feedback

El otro día me comentaste algo sobre conocer a la otra persona, sobre la confianza.

Ahí van unas cuantas cosas con las que aprenderás a saberme de memoria.

Soy de las que tiene las señales como divinidad y se traga eso de que los cuentos pueden hacerse realidad. Siempre que descubro un grupo de música bueno, se ha disuelto y me quedo con las ganas de verlos desgañitarse en directo ante cientos de ojos vidriosos.

Me oriento peor que una brújula sin polos cuando estoy sola pero he aprendido a desenvolverme si siento la respiración de alguien a mi lado.

Soy algo impaciente y puedo devorar comida fría por pereza o darle la vuelta a la tortilla antes de que se termine de hacer pero desarrollé una templanza superlativa para todo lo que me importa.

Creo en la tristeza como sentimiento necesario, para limpiar el exceso de júbilo y la exaltación de la amistad. No me toques en los días tristes, limítate a surcarlos conmigo y deja que se escuchen mis canciones cortavenas por toda la casa.

He construido mi vida con una fachada científica, con la que espero poder salvar vidas. Todo vocación. Sin embargo, también creo en el poder de las personas y en medir cuánto pesa cada alma sobre la nuestra.

Me encanta ver amanecer, y los domingos.

No me pares los pies aunque pueda darte vergüenza lo que estoy a punto de hacer.

Adoro descubrir mundo y compartir risas.

Y me declaro hincha de los abrazos para los reencuentros y de los besos de despedida.

Por si al final te pica la curiosidad

y decides quedarte.

Por si se te olvida dejarme con las ganas.


Compostela


Mi isla

Fíjate si te digo que andar conmigo es pasar en el vagón de la rusa veintitrés de veinticuatro. Y tampoco puedo prometerte seguir existiendo en consonancia con lo que me haces sentir. Porque no conozco ni la mitad de lo que sientes hacia ti mismo.

Es ahora cuando entiendo a Nietzsche con su duda constante y su negación fehaciente. Que lo que hoy me saca sonrisas, mañana dolerá- y viceversa.

He prometido a un risueño Lucifer ser tenaz, y seguir siempre adelante; intentándolo- por muchas veces que mi cabeza se haya visto seducida con la idea de naufragar.

Es inútil atenerse al parlamento. Y más, cuando todo el ron ardió sobre la isla de Tortuga.

Ahora, lo de basar deseos en madrugadas interminables, es un plan vintage de otra era.

Hace algún tiempo que no terminamos de conocer a nadie a fondo, porque es mucho más fácil seguir flotando sobre la superficie que vivir con el miedo a quedarnos sin aliento en las profundidades.

Pero entonces- lanzo pregunta al aire- ¿qué hacemos los que todavía despejamos dudas existenciales? Los que nos agarramos al quizás de manera inconsciente y evitamos toda forma de vida que quiera alejarnos de cumplir un sueño.

Desconozco si es una forma madura de afrontar la vida, o si por el contrario, no es más que otra defensa pueril que puede achacarse a traumas del pasado.

Vivimos con miedo a quemarnos, a sufrir y a morir. Y en mi opinión, los que discrepan y tienen esta máxima bajo mínimos, es porque no se lo han planteado nunca. 

Me encuentro en una de esas islas de las que suele hablar Albert.

Queriendo aspirar cada color de los que pinta el amanecer, grabando las tempestades en mis retinas pero no consigo elucubrar qué diantre hacer con la maldita calma que acontece después.


Cefalú, Sicilia