lunes, 28 de octubre de 2013

No a que llegues tarde, te esperaré toda la vida.

Y ella lentamente abría y cerraba desde el otro extremo de la bañera la llave de paso del agua. Quería llorar, aunque tenía los ojos demasiado secos como para hacerlo.
La espuma cubría todo su cuerpo y reusltaba cómico su contraste con el lujo de aquellos sanitarios. Que ironias las de la vida, que le regalaban ahora una boda por todo lo alto para unirse en matrimonio a alguien a quien quería, o al menos creía querer.
Los rayos de sol de la tarde penetraban lentos queriendo parar el tiempo en aquella tranquila habitación pero ella seguía teniendo a Noa en la cabeza y el tiempo aún seguía pasando. El velo de novia todavía pendía con alfireres perlados de su ondulado cabello y ocupaba inmaculado la mayor parte de la estancia.
Los ojos de ella demasiado rotos, demasiado negros...queriendo en vano volver junto a él, solo por unos instantes. Entonces paró de darle vueltas a todo.
"Estas haciendo lo que es políticamente correcto para ti Ali, lo que tus padres quieren pero, ¿es lo que quieres tu también?" Los recuerdos a borbotones de aquel maravilloso verano a su lado hacían que corazón y cabeza negasen al unísono.
A su lado una silla sostenía sin ganas un periódico diario en el que él, con más años encima y expresión adusta junto a la casa de sus sueños, la de ellos, la que le prometió a ella.
Al fin una lágrima decidió escaparse sin ser vista  y confundirse entre la espuma y el perfume de la repleta bañera.
Ella decició que a la mañana siguiente tendría que verlo, al menos una vez más. Pero antes debía resolver unos asuntos...


miedo

Si supieras cuando te echo de menos... Me quedaría corto al decir que es del cielo al suelo. No necesito promesas, y menos verdades ajenas. Se qué te conocí y mi mundo se hizo pequeño. Sé que fue poco tiempo y sé que todo esto más que locura es un sueño. Sueño, cada noche que tu vuelves a mi lado. Que regresas, que todo es tan fácil cómo aquello que un día comenzamos. Y siento miedo, miedo de ti, de mi, de nosotros. Temo no estar a la altura, no cubrir tus expectativas. Si te pasa algo, me muero. No sé cómo demostrarte todo el cariño siente tengo, no me ha enseñado nadie a hacerlo, no te encuentro. Siempre he podido verte hasta con los ojos cerrados pero tu ya no estás aquí, no es más que un cuento.
Vivo lejos, intentó ser fuerte, de verdad, lo intento. Nunca lloro, o al menos, eso creo. Pero aún me pregunto al alba el por qué de mi tez salada, el motivo de no abrir los ojos y el daño de contemplar el sol cuando se va de madrugada. Intento que ella me enseñe, que la luna sea una entrada, una puerta para poder contemplarte en la distancia.

Tu me miras. Ahora vuelvo a ser fuerte, mi corazón se vuelca y a la vez se contiene. Me dices que no te vas, que te veré y que vienes. Me dices que eres mía y lo serás para siempre.



lunes, 21 de octubre de 2013

Un mal día sin mala vida

Y de repente te das cuenta de que sigues estancada en el pasado y no sabes como salir. Necesitas aire, el respirar se hace largo, eterno. Necesitas la solución a todos tus problemas y un problema que sea de una vez por todas esa puta solución. No tienes fines, no tienes medios. Lo único que aún perdura es aquel vago recuerdo de lo que una vez fuiste y que está demasiado lejos. Todo lo que haces por llegar al final, hasta arriba, es inútil, insuficiente. A tu alrededor no hacen sino cambiar las metas.

Eres una pequeña soñadora que se intenta abrir paso entre sueños demasiado grandes para ella. Pero, ¿no dijeron que nunca un sueño es imposible? ¿No dijeron que sí los perseguías acababan volviendo?
Miras fuera, miras lejos. Tu mente vaga perdida e intentas en ese instante vislumbrar una forma de movimiento. Un dedo entumecido, la cabeza hacia atrás, el baile del pelo al viento. Nada.
El mundo se mueve a tu alrededor y tu sigues parada. No entiendes, no sabes nada.
Te faltan horas del día y quieres ver la lluvia en el cristal y amanecer cada mañana con su sonrisa. Quieres canciones que te acompañen y te mimen y no demasiadas lágrimas. Mientras más claras crees que tienes las ideas, más termina atrapadas. Quieres silencio y quieres calma. Quieres acostarte, respirar, soñar surcando los cielos y que mañana al levantarte sea otro día en tu cama.


miércoles, 2 de octubre de 2013

Sólo sabe mirar al espejo en una realidad paralela.

El agua cae lo suficientemente rápido como para confundirse con sus lágrimas. En cuándo frenaba y le daba vueltas a la cabeza todo su mundo se venía abajo. Distaba mucho de ser perfecto aunque no podía negar lo afortunada que era.
Ya había acabado todo, nada volvería a ser lo mismo. Aquel maldito número aparecía en todas partes, cada sitio por el que pasaba le recordaba buenos momentos, y mejores. Todos vividos a su lado. No era justo decir la verdad, pero si se la decía para sus adentros no pasaba nada. Pensaba más y más y no se le ocurría ya el motivo por el que lo fastidió todo. Había sido extraño pero no puede decir que no lo quisiera, lo quería tanto...que a veces hasta dolía darse cuenta de lo que eran ahora, le faltaba el aire pero sabía disimularlo bien, sólo para no hacer que todo empezase de nuevo.
Pero ella aún llora, la ducha está demasiado caliente aunque no siente dolor, ya no, todo se ha ido y no es más que un precioso recuerdo.
Echa de menos su risa, su forma tímida de mirar cuando aún no eran nada, a él. Entonces se va dando cuenta de los cientos de detalles, de que en realidad si que le gusta frenar y percatarse de las cosas, aunque es cierto que ama la velocidad. Quiso ser mayor muy pronto sin saber que aún le quedaba mucho cariño por recorrer.
Ya se acaricia el pelo sola, ya no tiene a quien devolverle la sonrisa.