domingo, 29 de diciembre de 2013

2013 razones

Las horas pasan.
A escasas de que el reloj de las doce, de que haya un salto temporal y de que todo lo que hemos vivido en este último año se convierta en pasado, tu piensas.
No podemos arrepentirnos de nada, de nadie. Todos y cada uno de los recuerdos son eso, recuerdos. todas las personas que pasan por tu día a día son retazos de tu vida, que tú poco a poco intentas contemplar.
Podemos ser el mayor regalo en la vida de alguien, la peor pesadilla pero importamos algo en el momento que somos, que existimos.
Tic, tac, tic, tac. ¿Para qué inventarían el reloj? ¿No tenemos suficiente con ver el sol escaparse por el este cada tarde? Vemos el tiempo pasar en cada sonrisa, cada arruga de la cara, cada deseo cumplido y como cada año, trescientos y pico días que pasan, pero pasan lento y nosotros, vamos despacio.
El paso de este año lo has experimentado a través de dos ojos, solo dos. Ellos te han ayudado a ver todo cuanto estaba a tu alcance. Ellos han llorado, han sonreído, lo han visto todo, han callado, han tenido palabras inexistentes y lo han soltado todo.
La mente vaga lenta, no quiere abandonar lo que ya conoce aunque necesita seguir viviendo.
Aquí estás otra vez. Junto a personas que realmente te importan, que necesitan de ti, compartiendo trozos de fruta de tu color favorito, el de la esperanza; esperando nerviosa a que empiece el nuevo año. Y quien diga que no viajamos en el tiempo se equivoca. Miente. La felicidad que sientes por el hecho de que alguien se acuerde de ti, recibir un regalo, dar un abrazo a alguien que esperas que esté siempre ahí aunque no mereces pedirle que se quede.
Son doce, las manecillas del reloj, las horas, los meses y las veces quintuplicadas que has echado de menos a alguien.
Sin embargo, por mucho que los sentimientos cambien, que entren y salgan personas en tu vida, puedes decir que este año te acompañan todas con las que empezaste el anterior, el de tu número de la suerte: 13. Y más.
Por eso piensas, como tantas otras veces, en tus amigos, personas que han estado contigo, que te acompañan en un camino demasiado arriesgado, pero es solo tuyo.
Crees que puedes solventar dificultades andando siempre a su lado, y les coges la mano.
El corazón es otra historia, duele más, es más de piedra, por tantas otras veces en las que se ha hecho añicos. Decides ir despacio y más lento, bailar al son de una música abrazada a su cuello y parar ese instante sin que sea un sueño.
Te ha hecho daño, pero le quieres y no puedes evitarlo.