sábado, 9 de marzo de 2019

Aires de cambio


Ahora que ha cesado la tormenta de arena que amenazaba con arrasar la tranquilidad relativa de unas redes demasiado sociales.
Ahora que, al parecer, terminó el sentimiento desgarrador de esas veinticuatro horas de duelo y las infinitas pancartas  que ayer se alzaban al cielo, descansan en el camión de la basura; me dio tiempo a reflexionar.

Y voy a decir lo que pienso, porque me siento libre dentro de mi papel como persona para gritarlo- que ojalá traspasara pantallas.

Mi mensaje tiene destinatario.

Ayer fue el día internacional de la mujer y somos muchas las que tenemos fe ciega en la igualdad. Perdonadnos a las que no la sintamos de manera tan ferviente, pero esto no quiere decir que me nos neguemos a un cambio continuo ni a que queramos volver al pasado.

Partimos de la base de que queda aún mucho por hacer.
Soy de las que piensa que el miedo debería ser una especie en peligro de extinción.
Que la violencia domestica, de género, de cualquier tipo o forma debería entrar a formar parte de nuestra historia y posicionarse tan lejana como la propia mitología griega.

Pero puse mi corazón en una balanza y flotó en linea recta abogando la misma igualdad que se exigía ayer por las calles.

Por una parte me siento feliz.
Porque miro atrás y se ha conseguido mucho.
Porque soy mujer y me encanta.
Porque adoro sentirme guapa y me enorgullece que mis padres me hayan empujado hacia un mundo de oportunidades, de construirme entre valores y sueños, de perseguir ideales y tener actitud crítica ante lo que interpreto como moral.

Por eso nunca me sentí menoscabada ni menospreciada por el hecho de ser mujer, pero leí que Serguéi Polunin pensaba que la mujer usurpaba el mundo y me eché a temblar.

Serguéi es un bailarín de ballet ucraniano al que admiro profundamente en su arte.
He aquí mi incomprensión.

¿Cómo demonios puede ser tan opuestos tu baile y tus verbos, Sergéi?
Llevo tiempo desatando los nudos de mi lucha interna.
Me encantaría que lo que queda de rencor no volviera a resurgir de sus cenizas.
Que todo aquel que piensa que la mujer no vale nada, o que su importancia reside en una barra de labios y algo de rimell mirara el mundo desde nuestros ojos.

Os aseguro que si fuerais capaces, el mundo sería precioso.

Pocas veces encontré un baile más etéreo que el tuyo, Serguéi.
Juro que he creído verte volar cuando tus pies se levantaban constantemente del suelo.
Te considero una de esas pocas personas capaces de sintetizar las dimensiones de un todo en tres sencillos y volátiles movimientos.
Me emocioné cada vez que comprobé como hacías tuyo cualquier papel.

Por eso no comprendo que intentes renegar del de la mujer en la historia, que es tan tuya como nuestra.- siendo consciente de la adoración que sientes por tu madre, y el sacrificio que ella hizo cerrando los ojos fuerte para verte brillar desde lo más alto del cielo.

Explícame tus motivos.
No puedo más que cubrirme con la pena que me provoca que eso que dices.
Y que ésta me aleje de manera casi instantánea de tus pasos de baile y despegue mis ojos de la hipnosis que producen los tuyos.

No hablo de miedo a que tu idea de mujer usurpadora tome forma y comience a hacer mella en una sociedad que andaba abriendo los ojos.
Por si no te diste cuenta, somos muchas y no estamos solas.

No creo que nunca llegue a quemarse el último cartucho con olor a miedo.
Tampoco hablo de que tu criterio diste un abismo del mío.

Me siento muy orgullosa de mi papel en mi vida.
Y soy mujer, ¿tanto te duele reconocerlo?

Ignoro por qué la biología tuvo a bien hacernos de manera diferente pero pienso que en ello reside el secreto de la vida: en que dos mitades de un entero puedan regalar su aportación al mundo y completarlo- en el ámbito que sea.

Por eso, al verte bailar no quiero dejar de mirarte a los ojos.
Continúa, aunque sea para ti, pero atrévete a escucharme.
Me quedan cosas por decir, y quizás nunca me enseñaron a vehiculizarlas a través del ballet.

Podría unirme a esa lucha tan ruidosa y hacer emanar tus náuseas pero prefiero seguir admirando tu baile, continuar con el aplauso cuando salga el telón, pero hasta aquí nuestra relación profesional.

Después voy a prestarte mis ojos.

Tal vez así decidas cambiar de idea.

En cualquier caso- decidas escucharme o no, decidas comprendernos o no.-, gracias:

Porque personas como tu provocan que, con su repulsión en grado superlativo, crezca nuestra fuerza.



miércoles, 6 de marzo de 2019

Intensus

¿Te has escuchado?
Te llamas intenso cuando no me conoces, ni sabes que tu descripción perfectamente podría ser mi apellido.

Te leo e imagino tus palabras desnudas de toda intención y destino.
Y me da vértigo recrearme en las comisuras de unos labios a los que aún no pongo voz.
Y me estremezco con la idea de perder lo que llegó con la lluvia.

Creo distinguir ese marcado acento de la otra orilla por la que no paseé -donde ojalá  contar con los eones necesarios para perderme.
Y me prometo a mi misma que contemplaré esa luz algún día porque siempre quise guardar un pedazo de Argentina en el lado izquierdo de mi corazón.

Tampoco lo sabes, pero me enamoro tan rápido de un “vos” que cuando quiero darme cuenta intento cambiar de lenguaje para que se me pegue algo de esa forma de vida tan vuestra.

Lástima eso de decir adiós antes de coincidir.
Y no viajar con un equipaje de dimensiones suficientes como para adhesionar otra vida en calidad de “frágil”.

Gracias por verme de esa manera tan bonita y saber escoger las palabras que lo definieran.


Perdona si te culpo de arañarme el alma.


a N. Para cuando regreses a Mar de Plata.