sábado, 20 de septiembre de 2014

Hermanos

Doce. Son las velas que hay en la foto que me han mandado esta mañana, esa en la que sale tu sonrisa de niño mayor en primer plano, esa que me dice que has crecido y que yo no me he dado cuenta. Esa vez que he escuchado al descolgar el teléfono que me enseña que después de todo, las cosas siguen como siempre.
El tiempo pasa tan rápido que asusta. Y solo hace falta distancia de por medio para valorar todo lo que tienes y lo que quieres.
Estás tan guapo. Y mayor, aunque a veces no lo parezca.
Parece que fue ayer cuando supe que iba a tener un hermanito. Fueron nueve meses interminables esperando para ver tu dulce carita. Y al fin llego ese día. Un 20 de septiembre, allá por el 2002.
Aquella noche, yo aún era una niña, me quedé con mamá para ayudarla contigo, para no perderme ni un segundo de tu maravillosa existencia.
Aunque nos peleemos, aunque parezca que no te soporte, aunque creas que me enfado muy rápido y que no se me pueda hablar a veces me gustaría que no se te olvidase nunca que siempre voy a estar a tu lado: por si no sabes a quien contarle algo, por si te enamoras, por si necesitas un abrazo o unas risas. Cuenta conmigo. Porque a día de hoy he de confesarte algo: eres uno de los pequeños tesoros que me ha dado la vida.
Feliz cumpleaños, el primero que no paso a tu lado; el primero que te siento lejos y a la vez tan cerca. Disfruta, viaja de vez en cuando al país de Nunca Jamás, que te falta poco para no poder regresar. Prométeme que vas a ser feliz, conmigo y sin mi.
Te quiero, enano.


   a G.

martes, 16 de septiembre de 2014

Dame un motivo y te diré por qué


Cómplices.
Adoro esa palabra. Nos define.
Intento adivinar cómo en esas ocho letras perfectamente ordenadas podemos caber nosotros.
"Somos dos, ¿para qué queremos más?" La música sigue sonando alta. Pereza. Nos miramos a los ojos y sonreímos. Nos gusta vivir.
¿Cuándo empieza realmente la complicidad entre dos personas?
Entre nosotros dos no sabría decirlo. Quizá fue el instante en que nos conocimos, o cuando me diste mi primer abrazo después de horas y horas hablando, cuando ya podíamos llamarnos amigos, a lo mejor fue tras esas primeras y sonoras risas, o con todos los bailes en compañía de la luna.
El caso es que sé que te quiero, y no duele querer. Nada.
Lo pasamos tan bien juntos que he llegado a pensar que esto de la complicidad es jodidamente perfecto. No terminamos de depender el uno del otro pero si nos importamos mutuamente.
Pienso más, intentando adivinar el momento.
Ahora caigo.
Aquel momento ha sido nuestro último abrazo, el beso de despedida. En ese momento hemos pasado a depender el uno del otro, a ser cómplices por completo.
Y como ya he dicho, me encanta, me encantas.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Numeros Cadinales

Sur.
Llegó la despedida. Llegó la tarde en que las luces del cielo tienen una pesadilla. Van desapareciendo poco a poco sin dejar rastro. La luna no sale, está de vacaciones, bailando hasta cansar unos pies que nunca tuvo. 
Aún es pronto y nunca es tarde. Todavía duele la distancia, todavía se siente.
La soledad amenaza con arreciar tu ventana como la lluvia matutina que ha despertado a Santiago.
Las nubes son magia, pretenden aislar el lugar, buscan marcar aún más las huellas de una vida, para luego borrarlas.
Fotografías. Ellas ayudan, recuerdan, ilusionan, esperanzan. Ellas son la pincelada de unos alegres buenos días.
Botas. Ellas protegen, ellas te ayudan a continuar el camino marcado.
Luego risas, y más risas. Si todo fuera por reír, por encontrarse, no existiría la tristeza.
Luego adiós. Hasta luego. Un gesto de una mano, un beso, un abrazo, un nos vemos pronto y ver alejarse a quien quieres sin volver la vista atrás deseando buena suerte.
Norte.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Nos vemos luego, Peterpana

Llamadme estúpida pero ahora estoy conociendo de verdad el sentimiento que guardan las letras de esa canción de Lana. Ese "Summertime Sadness" vuela por mi cabeza y se escapa entre mis lágrimas (Soy llorona, que le vamos a hacer).
El caso es que siempre fui la que se aburría del verano, la loca que ansiaba que el curso comenzara en agosto. La que se ponía nerviosa la noche antes de que la rutina llamase a la puerta y no podía dormir del revoloteo de las mariposas.
Será que he madurado. Será que he conocido la amistad verdadera, o será que la morriña viene en paquete antes de  irse a ninguna parte.
Será que este ha sido "ELVERANO".
Será todo o será nada- Ser por ser, será.
Será la playa, será la luna, serán las maravillas del mundo…
La cosa es que no me quiero ir, no todavía, ó… yo si que me quiero ir, comenzar, vivir nuevas experiencias. La que se niega a aceptar que me voy es mi cabeza. Ha borrado toda oportunidad de final, toda palabra unida al olvido y se ha aferrado a los recuerdos.
Cómo voy a echar de menos esto.
Pero me voy.
Las maletas están hechas, el sol se despide de mi acariciándome la piel como tantas otras veces. Los últimos restos de arena se van acumulando en el recogedor para despedir otro verano que se va.
Creo que estoy preparada para echar de menos. 
Las maletas están terminadas.
Me falta despedirme.
Esto no es un adiós, es solo un ¡hasta pronto!
Por una vida de sorpresas, por una vida de improvisación, y como dirían ellos, como corearía ella al mismo ritmo dando brincos en la última puesta de sol: ¡VIVA LA VIDA!


El hogar está donde está el corazón

Eran libres, eran jóvenes y estaban vivos.
Infinidad de velas alumbraban una de aquellas noches de verano en las que oscurecía un poquito antes.
Caminaban por la playa cogidos de la mano, esperando que un milagro impidiera aquel final.
Los finales dolían tanto. Dejaban un inmenso vacío en los corazones de los vivos y algo de sueños dormidos en las mentes de ninguna parte.
La música los hacía bailar lento, a todos ellos y, alejándose como las estrellas, terminaron por mojarse los pies para luego hundirlos en la arena.
Una nueva rutina se les anudaba a la cintura como una férrea cadena, impidiéndoles disfrutar de lo bueno de días atrás. 
Un último abrazo rompió todos los esquemas.
Estaban acostumbrados a lo bueno, a lo bonito y a la vida y tocaba seguir viviendo, pero esta  vez, con kilómetros de por medio.
Las primeras luces del alba salieron a despuntar a eso de las siete de la mañana. Ellos siguieron bailando sin notar el frío matutino de septiembre.
Las zapatillas se quedaron descansando en la arena, preparadas para cuando decidieran volver.
Preparadas para el próximo verano.