viernes, 28 de abril de 2017

Montar o desmontar corazones del Ikea

El lado derecho del corazón siempre fue de la luna, siempre quiso vivir colgado del cielo
Entre creciente y menguante y estar mas cerca de Marte.
Pero no era único, el lado derecho.

También el lado izquierdo buscaba formar parte de la naturaleza.
Quiso nadar con sirenas y surcar sus siete mares,
también llegar de polo a polo, saltándose los glaciares.

El lado izquierdo jugaba a ser sol.
Quiso salir antes que nadie y guardarse el calor de un abrazo para siempre
en un bolsillo del pantalón.
Y quiso brillar con demasiada intensidad todos los agostos.

Y esto fue así hasta que el corazón se derrumbó enfermo.
Hasta que le faltaron los aires del sur y
las penas, hechas escombros, amenazaban sus buenas vidas.

Así fue como dejó de latir.
Como con el ultimo suspiro,
dejó que la luna se hiciese sol; y el sol jugara a ser luna.

Así fue como fuimos destrozando la naturaleza hasta que ya no quedó nada.

Y nos quedamos a ciegas.
Los astros dejaron de ser; el corazón, de latir
y nosotros sólos con la absurda compañía de mil dolores de cabeza.

Fue el absurdo instante en que dejamos de creer en el amor.

El corazón heló sin que fuera invierno, y a nuestra primavera, le faltaban colores y algún que otro cantar de altos vuelos.

Y yo,
que moría por cada rincón de tu alma, dejé de ser dependiente.
Dejé de quererte aprendiendo-no sin esfuerzo- a desenamorarme.
Dejé de ser tú, para verme.

Pero nadie nos dijo que no se podía vivir sin corazón y
fuerzas en mano, le buscamos solución.

Ahora montamos y desmontamos los corazones de madera ligera en tres sencillos pasos.
Son de color blanco, no pesan nada pero traen demasiados tornillos.
Se venden a buen precio en unos grandes almacenes y se han puesto de moda.

Ahora si tengo dudas busco en las instrucciones del ikea para saber cómo montarlo.
Pero siempre que esparzo las piezas sobre la alfombra del pequeño salón acabo de la misma manera.
Uniendo las tres piezas más bonitas de la forma más impensable.
Y ante el precipicio del no saber, descuelgo un teléfono de pared de los que ya no quedan,
esperando a que 'atención al cliente' me atienda y entienda
y decida contarme en persona cómo montar corazones.

Vienen rápido, o eso dicen.
Nunca he tenido valor como para comprobarlo.

Me pasa que me arrepiento y termino colgando al tercer tono.

No quiero que venga nadie a desmontar mi corazón defectuoso.

Echo de menos latir, extraño mucho al amor y echo de menos el rojo.


martes, 18 de abril de 2017

Cuenta conmigo.

-¿En qué momento dejas de verle las soluciones múltiples a un estúpido problema?

Creo que es cuando no quedan ganas de seguir. Cuando los descosidos se convierten en rotos permanentes y las agujas y los hilos desaparecieron del costurero.

Cuando por falta de costumbre se nos olvidó coser.
Cuando las noches se convierten en días eternos, y las ojeras son la única señal que muestra tus preocupaciones al mundo. Cuando no compartes lo que te pesa.

Los problemas dejan de tener solución cuando no te molestas en buscarla o no los llamas por su nombre y los escondes.

O cuando llaman a tu puerta y tú no abres porque estás muy segura de que te fallan las fuerzas, de que no te interesa lo que tienen que contarte y de que el tiempo inevitablemente se nos escapa.

Pero te digo algo: Es cierto que entre dos los problemas del mundo no van a desaparecer. Pero  ¿y los de tu mundo? ¿qué me dices de ellos?

Cuando los problemas son en voz alta se vuelven un poco menos problema. Se te aclaran las ideas, y adivinas una tenue luz al final del camino, que te enseña lo que siempre has querido pero nunca has terminado de aceptar.
El peso se reparte. No es lo mismo cargar sobre dos hombro que sobre cientos. Cientos que lo único que buscan es algo de confianza.

Y ya ni te recuerdo el alivio. El hecho de dormir y soñar en blanco porque no quedan preocupaciones en el fondo de tu memoria. Tan sólo la felicidad de las pequeñas cosas y lo realmente importante.
Por eso, guárdatelo para ti si quieres. Pero me enseñaron que sólo vas a sufrir hasta donde estés dispuesta.

Date la vuelta. Joder, vuélvete. ¿Qué es lo que realmente necesitas?
Estoy aquí. Cuenta conmigo.


Nos da miedo ser nosotros



Ahora que vivir en pareja tiene fecha de caducidad. Que lo máximo que se dura juntos es una infancia. Que no nos esforzamos en arreglar las cosas.
Ahora, tenemos que reaccionar.

Llegó el momento de abrir los ojos.


Tengo una teoría.

Creo que ya no aguantamos vivir en pareja porque no nos aguantamos ni a nosotros mismos- menos aguantaremos a alguien que nos comparta una rutina.
Porque no terminamos de sentirnos a gusto con nosotros mismos.
E intento vagar por mi cabeza, adivinar el momento que hizo que la ficción superase a la realidad.
Adivinar cuando cambiamos los abrazos por el mundo virtual, y las experiencias por el sofá de casa.

Hace poco leí que todo esto ha pasado porque nos da miedo ser nosotros.
Cómo vamos a terminar saliendo adelante si no sabemos quedarnos solos con nuestro interior.
¿Cuándo nos cogimos miedo?

Como corroboran los últimos estudios, sentimos la necesidad de cariño virtual por no escuchar las voces de nuestras cabezas. Nos han enseñado a anular nuestros pensamientos.
Un relleno que llena nuestra vida dejándola paradójicamente vacía de nosotros.
Y detrás de este relleno está la ansiedad por querer saber más, y el deseo frenético de ‘compartir’.

Ha llegado un punto de muy difícil retorno.

Somos esclavos de las tecnologías.

Si no nos contestan en milésimas de segundos, están enfadados con nosotros. Si llevamos días sin hablar, ya nos olvidaron. Si nos quedamos sin batería, nos aburrimos. Si no tenemos conexión, la vida es una mierda. Si no compartimos momento, hora y lugar de nuestro día a día, no estamos vivos. Si se nos rompe el móvil, la culpa la tienen los de nuestro alrededor y se lo hacemos pagar con malas caras y modos.

Las máquinas controlan nuestros actos, nos supeditan a vivir la vida de los demás tras una pantalla, nos despiertan antes de que amanezca, o de madrugada si cometemos la estupidez de no ponerlas en silencio.

No condicionan los lugares a visitar: Que tenga enchufes, que haya wifi, que sin cobertura me muero, que necesito la mejor cámara para enseñarle al mundo lo bien que va todo-cuando la realidad es bien distinta.

La realidad es que somos personas inmensas en su soledad pidiendo a un mundo hostil una pizca de cariño.
Un cariño que no llega porque cada cual está ocupado en seguir presumiendo de vida.


Ya lo andan diciendo con eso de ‘las máquinas dominarán el mundo’.
Un momento. No es futuro.
No maquillemos también los verbos
(Volvamos a la nueva creencia de nada es lo que parece. Y las apariencias son lo verdaderamente importante. No quiero ser como soy, quiero ser como el resto.)

Ya lo hacen.
Las máquinas nos dominan- pero he descubierto que sólo hasta donde nosotros estamos dispuestos a dejarles.

Quizá el problema resida en que nos hemos olvidado de vivir la vida.
Y hemos concedido a las máquinas del demonio el beneficio de la duda, que desbanquen a la raza humana.



(Joaquin Phoenix- 'Her')




domingo, 9 de abril de 2017

Tienes la culpa de que sea feliz

Creo que se pueden tener personas favoritas.
Personas que te hagan de bálsamo y de adrenalina según el momento que estés surcando.
Esas con las que secar lágrimas enternece, pero reír es la mejor de las aventuras.

Llevo tiempo pensándolo: 
Eres una de mis personas favoritas.

Puede que esto suene a lo de siempre.
Que seamos dos más que lo tienen todo dicho, pero a mi me apetecía recordártelo otra vez.

Por si sufres pérdidas de memorias y se te olvida que voy a estar siempre contigo, por si no puedes más y te crees que se acaban los sueños cuando abres los ojos. Por si alguna vez se te ocurriera apagar los restos de aquella hoguera de San Juan que nos hizo cruzarnos para siempre.

Me apetecía recordarte lo especial que eres y lo mucho que te quiero.
El mundo tiene muchas personas viviendo y pisoteándolo día a día, y qué paradoja que cada persona sea un mismísimo mundo.

Me gustaría saber cuantos mundos encontraríamos entonces sobre el planeta tierra si nos diera por buscar.
Y cuantas vidas estarían conectadas por el detalle más insignificante.
Eres uno de los especiales de mi mundo, y con eso, me basta.

Gracias por no asustarte de mis lágrimas , por no salir corriendo las veces que has descubierto mis miedos, por cogerme la mano cuando me creo eso de la inmensidad del mundo.
Gracias, por enseñarme a ver un vaso medio lleno de ilusiones y dejarme volar con los pies en la tierra. 
Gracias por las llamadas en los peores momentos, porque siempre me ha gustado escuchar tu voz para borrar tantos kilómetros.
Gracias por estrellarme contra mis sueños, animarme a cumplirlos y no rechistar las veces que sabías que me equivocaría.
Gracias por ese hueco perfecto que me dejas entre tus brazos, por las veces que me  dormí escuchándote el corazón.
Pero sobre todo- siempre decimos que la felicidad es un estado, que eso de sentimiento es muy ambiguo, que no hay palabra mas abstracta.
Pienso que la felicidad esta en todas partes, que las personas podemos tener la culpa de ella. Y tú tienes gran parte de la mía.- gracias, por ser uno de los culpables de que sea feliz.


Verano con Eme.

No sé dónde está mi yo.

No saber si te abrochas la zapatilla o deshaces la lazada.


No saber si aterriza o despega el avión.


No saber si lloras de alegría o por desconsuelo.


Realmente sé cuál es la opción pero mi yo, mi profundo yo, amor por ese calor nuestro en tus sabanas.


Y es así Julia, no quiero contigo perder ni un minuto de vida. Es así, es por mí, por lo que desde la lejanía nos abrazamos. Soy un puto iluso pensando que puedo coger las riendas del destino, para caer desbocados en el pozo de nuestros demonios. Lo correcto, lo incorrecto estamos medidos, nos ponen límites, nos ponen cada rail por el cual pasa el tren de nuestra vida. ¡Es egoísmo, es heliocentrismo! es lo que mi cabeza critica cada vez que pienso en abrazarte, besarte, rozarte… Decíamos: “nuestro consuelo es que es lo correcto” No es una esperanza para nada, pero todo está dicho o queda por decir, y yo por ti estoy dispuesto a morir, o vivir.


Suena música en mi cuarto y sé cuando estás en él, sé cuando pienso en ti, o cuando te echo de menos... Hoy no madrugaría con tal de bailarle a tu piel de madrugada más. Brindaba por esa serendipia, que un día te puso en mi vida; ahora me derramo pensando que algún día te olvide.


El equilibrio imposible  de esta historia de amor, un equilibrio el cual cae siempre por el mismo lado, por tu lado, lleno de amor. A veces me quema a veces hiela, cada suspiro que mi tórax arranca del motor. La balanza que mide nuestro amor sin ninguna compasión dicta sentencia. 

 

-Chino inoportuno



sábado, 1 de abril de 2017

'Yesterday' The Beatles, en bucle

Visto desde fuera nadie sabría explicar quién acciona el mecanismo de sus cabezas.
Noche cerrada.
Madrugada en Compostela y los estudiantes han decidido adelantar la fiesta. Un día menos.
Se acerca abril y el hielo ha decidido dar tregua a las ganas.
Desde la calle se aprecian sólo las luces de aquellos que se acostarán por la mañana.
Los que le dan al vicio y se les vienen abajo todos los esquemas antes del fin de semana.

De entre todas las calles. Una.
No es larga, ni bonita, pero si céntrica.
Una que alberga otra de tantas viviendas en las que se mascan sur y primavera.

Las voces vuelan demasiado altas para conocerse.
La música, por debajo de las expectativas
y dos de casualidad que juegan a verse de cerca.
'Quién, cómo y de dónde has salido tú.
Que haces que no hablas.'
Lo suficiente para contar media vida entre suspiros.

Miradas ajenas que se empeñan en opinar ya tienen veredicto,
y un 'Sí. Adelante' se abre paso entre las patas de las sillas.
Aprueban la elección y ella sigue atropellándolo con sus palabras.
Teme que si frena, la conversación se vaya.

Pero no sabe que él se siente como pez en el agua.
Le parece más bonita cada palabra que recalca,
y le gusta eso de no saber a dónde lleva ni lo que pasa.
Siempre ha vivido la noche sin planes,
dejándose llevar por la lluvia-
Lluvia que esta noche no aparece, y por eso está tan perdido.

Se gustan.
No piensan en complicarse.
Se han gustado desde que se han visto y más ahora que se están descubriendo  en palabras.

Ella canta y él pone las canciones.
Y sin saberlo, la suya.
Ella se emociona pero sabe disimular.
Se pregunta cuántas veces la habrá escuchado en el silencio de su alcoba.

Va pasando la noche.
Y todas las vidas del piso de sur y primavera se trasladan a la oscuridad.
Cientos de personas metidas entre paredes negras.
Alcohol en vena y algo de música para todo tipo de problemas.
Se adivinan la silueta gracias a tímidas bombillas de colores.
Y cerveza tras otra, él la saca a bailar.
Y sabe cómo. Y no se pierde un detalle.
Pero se pierde.
Llegan otras vidas. Todas las inseguridades, todos los qué diran.
Se lo llevan a ninguna parte.

Y las ilusiones se desvanecen y ellos se quedan con la idea de querer.