Pero no era único, el lado derecho.
También el lado izquierdo buscaba formar parte de la naturaleza.
Quiso nadar con sirenas y surcar sus siete mares,
también llegar de polo a polo, saltándose los glaciares.
El lado izquierdo jugaba a ser sol.
Y esto fue así hasta que el corazón se derrumbó enfermo.
Hasta que le faltaron los aires del sur y
Así fue como dejó de latir.
Como con el ultimo suspiro,
Así fue como fuimos destrozando la naturaleza hasta que ya no quedó nada.
Y nos quedamos a ciegas.
Los astros dejaron de ser; el corazón, de latir
El corazón heló sin que fuera invierno, y a nuestra primavera, le faltaban colores y algún que otro cantar de altos vuelos.
Dejé de quererte aprendiendo-no sin esfuerzo- a desenamorarme.
Dejé de ser tú, para verme.
Pero nadie nos dijo que no se podía vivir sin corazón y
Ahora montamos y desmontamos los corazones de madera ligera en tres sencillos pasos.
Son de color blanco, no pesan nada pero traen demasiados tornillos.
Se venden a buen precio en unos grandes almacenes y se han puesto de moda.
Ahora si tengo dudas busco en las instrucciones del ikea para saber cómo montarlo.
Pero siempre que esparzo las piezas sobre la alfombra del pequeño salón acabo de la misma manera.
Uniendo las tres piezas más bonitas de la forma más impensable.
Y ante el precipicio del no saber, descuelgo un teléfono de pared de los que ya no quedan,
Vienen rápido, o eso dicen.
Nunca he tenido valor como para comprobarlo.