martes, 25 de agosto de 2015

Sobre la misma luna

Cuantas noches he pasado soñándote desconocido, tanto despierto como dormido.

Me pregunto a cada rato si confías en el destino.
Me prefiero sola, al alba, en cada futuro contigo.

Es algo curioso que la casualidad junte dos almas a mil kilómetros de distancia, poniendo el contador de cariño a cero para cuando decidamos empezar.

Por ahora no somos más que una sonrisa dentro de una pantalla, mientras la luna ahí arriba no ha parado de mirar.
Y el cielo tiembla y las estrellas bailan y todos tus amigos te preguntan quién es ella.
Y me señalan.
Me señalan y tú ni te atreves a contestar.

Y yo te sueño de lejos y de cerca.
Te sueño a mi lado sin tenerte ni ansiarte tan fuerte.
Te sueño.
Eres un sueño más de las partituras que duermen sobre el piano de cola.

Y siento.

Siento que te conozco de siempre. Y mi corazón se revuelve embravecido queriendo pasear mis dedos por el ángulo recto que forma tu barbilla con tu pecho.
Sin esa caricia, se sienten deshechos.

Ellos te vuelven a preguntar. Te preguntan por mi. Y tú caminas perdido, y no sabes que decir.

Sientes que las palabras no son útiles a la hora de describir que tus ojos quieran cerrarse solo para verme en sueños.
Quieres que se cierren fuerte y transportarte en un instante a la calle de la casa azul en algún rincón de París.

Yo aún no tengo sueño. 
El sueño. No lo encuentro.

Lo he buscado bajo la almohada, sobre las estrellas.
Lo he buscado hasta en las páginas en las que escribí tu nombre- al que abrazó una botella.
Pero esta noche, de verano y de madrugada;
Esta noche al inicio de la semana, mis dedos se mueren por recorrer de nuevo el ángulo de los sueños,
y a mi, para que engañarnos,
a mi me apetece verte para pedirte que esta noche no te atrevas a abandonarme a mi suerte .


(Ana de Armas, Martín Rivas- Por un puñado de besos)

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