Y, joder, qué bonito fue.
Te vi sonreír, derramar dos de las mil lágrimas que rodaron por tus mejillas desde que salió el sol. Ayer se acabaron tus días eternos.
Comencé a dar saltos de alegría. Mis ruegos habían dado sus frutos.
Estabas bien.
Estabas vivo.
Te miré a los ojos, y sonreí.
Solo fui capaz de eso.
Aún te queda mucho para que te salgan las alas por la espalda. Aún tienes que aprender a volar bien y disfrutar los retales de carnaval que te ofrece la juventud.
Aún te queda vida.
Y fui feliz.
Cara DeLevigne |
No hay comentarios:
Publicar un comentario