sábado, 15 de agosto de 2015

Escribo.

(...)
Tarde rara, como yo, y como todas las de mi vida cuando utilizo la cabeza para algo más que para llevar el pelo.
¿Miedo a vivir? Puede. Claro que lo tengo. Es lo único que me mantiene serena, aunque parezca mentira.
Fiebre de sábado noche, de sábado tan de madrugada. Fiebre porque este calor no se atreve a dejarme sola.
Alejandro quiere que las tiritas no surtan efecto. Gracias por la parte que te toca, señor Sanz.
Estas tiritas inservibles ya no sujetan el corazón ni lo colocan,  y el alma se escapa por dos costados.
Escribo por escribir. Para sentirme bien, para desnublar el cielo de mi cabeza, y que mis pájaros cesen su vuelo.
Escribo para que mi mundo de ficción continúe vivo en alguna parte y mientras tanto interpretar mi papel de cara a la realidad.
Escribo realmente porque duele menos la situación descrita con palabras.
Hace tiempo que aprendí que las canciones y el papel no curan pero si pueden hacer de paliativos para cabeza y corazón.
Disminuyen el dolor durante el tiempo que rebusques las palabras que lo definen.
(...)
Escribo para decapitar momentáneamente la cabeza de mis sueños, para dejar de idealizar la ella que me gustaría ser. La ella de tantos otros. La ella que está en alguna cabeza y en ciertos corazones.
Las millones de teclas de piano de una melodía sin desafinar. La 'princesa de nadie' sin tan siquiera ser princesa.



2 comentarios:

Caracola dijo...

Y no olvides, que los que te leen, disfrutan infinito haciéndolo. Cierto, princesa no eres, porque tú cariño, eres Reina.

Rubén Ortiz dijo...

En completa conformidad con Caracola, cada palabra escrita tuya es un deleite en mi cabeza. Consigues expresar cosas por escrito que creía difíciles de plasmar :). PS: Mira la película "La joven Jane Austen".