domingo, 2 de agosto de 2015

Domingo de verano con Andrés en la cabeza

Domingo, mi domingo preferido, el preludio de un viaje de risas y atardeceres con ellos, la contraria antesala de una noche bañada en luna, con un gallego acompañado por las cuerdas de su guitarra.

Qué bien se me da esto de soñar, que aunque poquito a poco, todos se va cumpliendo.

Ayer fue una noche para recordar que marcó un domingo cuando el reloj se puso a cero.
Fue una noche de verano, algo corta para mi gusto, en la que la pasión y las ganas ganaron cien carreras de fondo.
Desde el minuto uno de aquel encuentro nos enamoraste con tu magia. Benditas treinta y dos primaveras que te trajeron a nosotros en un suspiro de viento del norte.
No nos queda un abril para ti, nos quedan millones de ellos para contar más historias de tus ellas un otoño en Sevilla, un fin de semana en Cádiz, o viendo Santiago amanecer.
Quieren recordarte todas las calles de Madrid por las que tus huellas se quedaron ancladas sin arena.
Quieren fugarse como estrella fugaz por Pantín mientras dos se enamoran en un rato, besándose cualquier boca de metro.
Gracias por verla bailar flamenco y quedarte a dormir, por ver una torre que brillaba y ver amanecer con ella aunque no te dijera ni su nombre.
Gracias por esas ganas de sur que llevas en el corazón para regar tu amado norte.
Hace un año, o esos 320 días que te dicen que no te quieren tanto, que te quieren más.
Pocas personas como tú, que pidan media noche para ofrecer pasar a tu lado vida y media.
Pocas que se les escape la vida con cada acorde de guitarra, cantándole a la luna.
Sé que no voy a volver a quererte, porque nunca he dejado de hacerlo.

Hace tiempo me dijeron que estoy hecha con un cubo de sueños,
Tú tienes parte de culpa, por dejarme llegar tarde y colocada.
Por favor, sigue llenando mi cuarto menguante, y tráeme la luna que no es llena en un café antes de marcharte mañana por la mañana.

Hasta la próxima, que será pronto, Andrés.


No hay comentarios: