sábado, 22 de agosto de 2015

"Tan al sur que perdí el norte."

Y me he pasado la tarde, mientras el sol se balancea en su tela de araña, leyendo frases.
Mientras las leía, las encajaba en algún momento ya vivido, como el pie de foto que nunca tuvimos.

Soy de las personas que piensas que cada vida tiene su propia banda sonora. Me gusta entretenerme imaginando cual podría ser la mía, y qué canción le pega a cada momento. Adoro pensar en la música que lleva la película de mi vida.
Por ejemplo, para un momento alegre, la guitarra es esencial- me quedo con Simple Plan-, para la melancolía prefiero el piano o incluso la voz a capella- Norah es mi debilidad-, si esta tiene el don de erizarme el vello que cubre mis sangre que pasa.
Para días grises, me gusta el rock, para el norte, elijo la caja y algo de mi flamenco que me transporte al sur de mi alma.
Para cuando no queda más remedio y mis pies me piden salir a bailar o a correr prefiero los acordes que llegan desde lejos y algo de gritos con sonidos eléctricos.
Para veladas entre amigos, todo vale, depende de la confidencialidad, de la intensidad del momento, de las ganas. Depende de cómo se nos  pase el tiempo.

Y al igual que hay música que acompaña nuestras experiencias, hay frases, que otros escriben como si fueran hechas para ti, para tus momentos.
Frases que al leerlas puedes transportarte minutos, segundos e incluso años atrás y traerte de un soplido todas las risas vividas.
Existen muchas palabras que cuando las unes a modo de puzzle, encajan sin quererlo. Y ahora es cuando yo me doy cuenta de que siempre estuvieron ahí.

Hoy la tarde sabe a café y a mi me encanta soñar en compañía- Yellow submarine, de aquel 1969-.
Los  Beatles insistieron en buscarme. Yo no quería.
Cuando quieras saber algo más de mi vida, busca la libreta donde apunté cuidadosamente todas las frases. Puede que te den alguna pista.
Léelas mientras te imagino. Están en el segundo cajón del escritorio, bajo cientos de recuerdos.


No hay comentarios: