domingo, 9 de agosto de 2015

Udjat

Noche de bar, como si se nos fuera la vida en ello. Algún tinto, de verano sin invierno. Música en los oídos, de esa que nos hace recordar, seguir sumando experiencias a los corazones rotos.
Me pongo mis mejores galas, mis ganas, con el latido encogido esperando el momento para poder verte. Tengo tantas ganas siempre de tus abrazos. Sólo tú sabes parecer indiferente, y dejar que sea yo la tonta que te persigue, cuando sabes que te encanta que la sonrisa me llegue a los ojos.
Confesaré que me he acostumbrado a dormir a tu lado. Soy oyente de tu corazón en el preludio de mi fase rem. Me siento infinita en sueños. Pero me siento aún me siento más infinita cuando abro los ojos, y tus brazos me rodean.
Me declaro dependiente de tus besos cuando crees que estoy dormida, agarrando mi cintura con más fuerza para que mis piernas no se atrevan a escapar de tus redes. Y allí, en el rincón derecho de tu corazón izquierdo, me siento yo. Me siento pequeña y protegida, me siento tuya. Cómo reconforta ese sentimiento.
En la esquina de mi muñeca está la oscuridad, la cara oculta de la luna. Las líneas perfectamente trazadas dibujan el ojo izquierdo de Horus. La esquina de tu muñeca, la derecha, está llena de luz. Luz de sol que forman las lineas del ojo izquierdo. El ojo de la protección. Juntos formamos una única vista, una visión de futuro en un pasado.
Vuelve a ser madrugada de verano, vuelven a ser pasadas las doce, de nuevo domingo.
Mi cama te extraña. Mi cintura reclama tus brazos a gritos, mi espalda necesita los latidos de tu corazón abrazándola y yo...
yo te echo de menos.
a él.


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