sábado, 31 de octubre de 2015

Viaje de perseguir sueños

Llevo tiempo viviendo una batalla que no me pertenece. Una guerra en la que intento salir de las trincheras, de la retaguardia, y colocarme al frente para hacerme valer.
Pero no puedo competir con él-
No puedo competir con que fuera el primero,
con que sea él que le enseñó cómo latirse el corazón.
Con el que le quitó el miedo a ser cobarde, y el que sacó su sonrisa a pasear por el retiro por vez primera.

Llevo años intentando que me mires igual, pero que me mires.
Que abras los ojos cada mañana y sientas que conmigo no te falta nada.
Que me digas al oído que nunca vas a salir por la puerta de emergencia,
que el desengaño y la soledad son metáforas de la vida, y
 que años luz tendrán que pasar para alcanzarnos.

Y luego te miro, y me enamoro con cada golpe de tu pestaña
y sin ti, me siento nada. Si es que la nada existe.
Y sueño, sueño grande, sueño inmenso
y luego te veo
y me doy cuenta de que no necesito soñar.

Que los mios ya se cumplieron cada vez que paseamos por la capital
cada marca roja de tus labios sobre mi cuello
O, cada carcajada que te arranco con un nuevo acorde de guitarra.

Que el sol me tiene envidia, los días de verano
y las nubes, los de invierno.
Que el norte no pierde el sur si yo corro tras tus pies.

Pero ya no tengo miedo ¿sabes?
Alguien me dijo, una vez, que las personas que cuentan de verdad 
son las que se quedan,
las que no lo dan todo por perdido.

Y ahora estamos aquí, haciendo del mundo un lugar nuestro
por las calles de Madrid.

Que es cierto, que él fue el primero,
Pero yo decidí quedarme,
sacar tus alas al cielo.

    a L.

(Barcelona, nit d'estiu)


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