jueves, 15 de octubre de 2015

Cabeza y corazón


Volemos un Martes y 13 a las cinco esquinas de tu risa.

A veces, me pregunto hasta donde llega la inmensidad del universo y me siento tremendamente minúscula.
Y hace frío, y no me importa.

A veces, me gusta encontrar demostraciones de cariño pintadas en la pared.
Y pisar charcos para dejar de ver mi reflejo en una película de agua.

A veces, miro atrás y pienso qué sería de mi sin cada vida que ha escrito mi camino de su puño y letra.
Y no me arrepiento, porque eso de arrepentirse no lleva más que a una calle sin salida.

Sin salida y sin ti.

Creo que a veces se me olvida ser consciente, y olvido por olvidar lo bonito de la vida.
Y cuando me siento vacía, se me olvida pensar.

Estoy cansada de coger aviones que llevan a ninguna parte.
De dormir en los lados de tu indiferencia y de hacer de las ilusiones mi mundo maravilloso.

Se me rompió la confianza de tanto uso y la amnesia del recuerdo ha vuelto a aparecer.

En otra vida sé que sabía tocar el piano. Que las teclas blancas y negras eran mi vía de escape los viernes por la noche.
En otra vida, sé que tu estabas a mi lado, y en otros sueños.
En otra vida seguía siendo yo.
Y me parece curioso.

Curioso el poder de la mente humana.
Ahora que han cambiado las eras, que nuestra parte animal está enterrada bajo tierra y,
que la mente nos maneja como marionetas sobre un escenario.
Ahora, es todo distinto.

Y mi mente me lleva a mil lugares sin poder sentirlos bajo las yemas de mis dedos.
Y ya no siento frío, ni calor.
No veo el sol por la ventana.
Ya no siento. Solo pienso.

Y me pregunto si realmente merece la pena.
Si debemos dejarnos llevar por el poder de la inteligencia,
o si deberíamos estudiar experimentalmente el efecto de la risa en nuestra cabeza.

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