domingo, 4 de octubre de 2015

¿Qué son tres años en una vida?

He vuelto a verte, en la calle del recuerdo.
He visto el brillo en tu mirada y me han temblado las rodillas.
He oído tu risa y se estremeció mi alma. 
He pasado toda la mañana recorriendo las gotas de lluvia por el cristal con el dedo, mientras el domingo se inunda con Miss Caffeina.
Esperando ver que sigo grabada en tus retinas,
deseando que me lleves por las calles por la que bailan nuestros acordes preferidos.

Alberto continúa versando sus canciones.
Me recuerda tanto a ti
que a veces hasta me confundo, y
cuando me da la mano recorro su brazo hasta aterrizar en su cuello,
buscando el tuyo,
y me miento.
Me digo que alguna tarde de las de abril volverás
sin flores frescas y con más palabras de despedidas.

Ahora estoy en mi elemento, y no encuentro fuego, cielo, mar ni tierra que
responda por mi 
todas las cuestiones que me plantean tus ojos.
He tirado todas las flores secas que me regalaste aquel enero y,
soy consciente de que octubre te trae siempre de vuelta.

He perdido aquella butaca de concierto en madrugadas improvisadas.
No sé esperar minutos de las horas que pasé contigo,
nunca los esperé.

Extrañar instantes escritos en papel, metidos en mi mundo de mariposas,
en pleno otoño de norte.
Domingo indispensable para que el curso de un río de nubes complete su rutina.

Y aquí llueve, como siempre.
Como siempre que me faltas.



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