jueves, 15 de octubre de 2015

Aurora boreal sobre tus alas

Alguna noche quiero escaparme de casa en busca de la aurora boreal.
Quiero llegar a ver ese cielo tras mis ojos.

Hay muchas fotografías, pero aquellos que realmente han sido testigos de ese accidente de la naturaleza afirman que es imposible describirlo con palabras.
Creo que allí se acaba la vida.
Que toda su luz y sus colores son los que veremos una vez llega nuestra hora.

¿Estáis vosotros ahí? ¿Se ve tan alto como desde abajo?

Nacho, quería preguntarte cómo lo haces, como haces para no arrancar tus alas y volver a pisar tierra firme.
¿La ves sonreír lo suficiente?
Quería saber cómo estabas, si se está cómodo, si da miedo, o respeto, o algo...
Si se siente.

Me dirijo a ti porque si, porque podrás leer esto y lo harás. 
Me dirijo a ti porque me pareces un ejemplo de superación, de los de verdad y no de los que leemos en las novelas.
Por favor, manda un beso a todos los que me quedan en la cabeza, a esos que no dejaré salir por nada del mundo.
Me resulta patético esto, ¿no?
En el fondo sé que me escucharás, sea como sea.
Aunque no sepas quien soy.
Pero siento que una parte de mi se estremece cada vez que se apaga una vida.
Y necesito respuestas. Siento que se me va el aliento. Las lágrimas me vuelven a resbalar.
Qué le vamos a hacer, soy de lágrima fácil.

Me gustaría pedirte un último favor: llévame a ver las luces de la aurora boreal. Aunque sea en sueños. Cógeme de la mano y enséñame a volar con tus alas. Haz que me sienta libre y que tenga la sensación de que esa libertad no va a acabarse nunca.
Y mírala a ella, lo bonita que se pone cuando el brillo de tu recuerdo le llega a los ojos.
Llévanos en sueños
y no nos sueltes.


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