lunes, 29 de julio de 2013

I believe in fairies. I do. I do.

  
Los echo de menos a todos, mucho.Con cada uno de ellos fui aprendiendo un poco más cada día. Peter me enseñó desde niña a perseguir mis sueños, a luchar contra piratas, a hacer el indio y a perseguir sirenas. Me enseñó a creer en las hadas y en mis cuentos. Me enseñó a volar con ayuda de polvos de hadas, me enseñó a dormir soñando, a coser mi sombra y yo a cambio le enseñé la importancia de un dedal.

Frodo me enseñó a cruzar tierras, a que los grandes perfumes vienen en frascos pequeños...Con el aprendí la importancia de aquel anillo, el que mi madre guardaba bajo llave en el segundo cajón de su tocador, el que nunca me dejaba tocar.
Edmund quería hacerme ver que no es más rico el que más tenía y que con poco se puede ser feliz, él y Lucy me enseñaron a viajar a dimensiones paralelas a través de las desvencijadas puertas de mi armario. Sabía distinguir el olor a naftalina, tapar el fondo del abismo con los abrigos más gruesos, correr por la alegre primavera en compañía de criaturas maravillosas.

Alicia quería que supiese preparar el té, soplar las velas todos los días de "no cumpleaños", perseguir al conejo del reloj y que no se me ocurriera bajo ningún concepto enfadar a la reina de corazones y, mucho menos, pintar sus rosas blancas de color carmín.
Campanilla me hacía cosquillas cuando susurraba algo en mi oído, Yasmín me enseñó el mundo ideal y a viajar por el lejano oriente...
Por último, Harry. Él me enseñó el valor de la amistad, me enseñó que los amigos de verdad se pueden contar con los dedos de una sola mano. Me enseñó a cruzar los dedos tras una promesa, a confiar en el destino, aluchar contra mis enemigos, a usar la escoba, la varita. Me enseñó nuevos deportes, nuevas inquietudes. Me enseñó eso de que quien algo quiere algo le cuesta, a amar la navidad, la nieve, los bailes y los secretos, me enseñó a llorar y a sonreír.

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