sábado, 27 de julio de 2013

Ella

Ella sola se retiraba con cuidado y con ayuda de un trozo de papel los restos de la barra de labios. Se descalzó los kilométricos tacones nada más entrar por la puerta de casa y procuraba hacer el menor ruido posible. Se sentía bien. Estaba sudorosa,  cansada, incluso necesitaba unos pies nuevos; porque verdaderamente los pies la estaban matando; pero a pesar de todo estaba feliz.
Había bailado con muchos, visto a muchas amigas y el recuerdo de otra noche de verano se iba archivando en su cabeza mientras, dando traspiés, subía las escaleras.
De pronto se ruborizó al recordar lo más bonito de la noche. Aquel beso robado era el culpable de su sonrisa.


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