Demasiado inexplicable ese sentimiento. Escalofríos, ojos de vidrio.
Ese ver brillar una mirada y sostener con los dedos torpes el corazón de otros tantos a tu alrededor-abril- noche helada de norte. Noche de Compostela, recitando que "aún quedaban estrellas".
Inexplicable, el poder decir que he compartido recuerdos contigo que me saben a tanto, que me llegan tan hondo y que quedan grabados en mi retina. Algo tan simple, que asusta.
Que son tuyos, tuyos y míos para siempre.
Gracias por transmitir esos dobladillos de servilletas tan llenos de tinta con nosotros para acabar cantándolos a voz en grito bajo la melodía de tu maravillosa guitarra.
Gracias por quedarte desnudo, despojado de todo miedo, sin sombras, ni penas: sincero.
Gracias Diego, porque aunque no lo creas hoy has hecho realidad miles de sueños.
Con cada una de tus sonrisas y con tus sentimientos.
Los que poco a poco fuiste descubriendo para nosotros.
Gracias porque hoy puedo irme a dormir sin escuchar nada más que tu música sonando como un run run en mi cerebro.
Y quiero que se quede, que no se marche y que vuelva. Tiemblo cada vez que mi avispado subconsciente rebobina el casete de una noche atrás.
Sin embargo, la habitación está en silencio; los pies, hechos polvos y la voz tocada, pero feliz: feliz de verte, de poder haberme cruzado en tu vida, en ese instante.
Feliz de ser Funambulista.
De veinticuatro a veinticinco: querido abril.
"Bendita mi suerte."
No hay comentarios:
Publicar un comentario