jueves, 24 de septiembre de 2015

Miércoles sin ilusiones de luna creciente

¿Y por qué no? ¿Acaso nos lo impedimos? ¿Está prohibido disfrutar?
Estamos locos. Dos locos en la ciudad más bonita del mundo. Locos ávidos de locuras.
Queremos comernos lugares con historias a carrillos hinchados, a dos manos, con prisas y sin prosas. Todo en verso.
Nos declaramos locos de las madrugadas. De los que, a eso de las tres, cuando salen las estrellas más rezagadas, salimos a bailar. Y nos reímos, reímos juntos.
Y Pereza suena en nuestras mentes antes de mirarnos: "somos dos, ¿para qué queremos más?"
Somos dos y venimos teniéndonos ganas. Quizá sea el exceso de viño, o que la cabeza nos da muchas vueltas con luna creciente.
No sé por qué pero, esta noche te miro. Me veo reflejada en tus ojos y me siento guapa.
Sé que no eres más que el cuerpo del delito. Que me has grabado en los labios un Carpe Diem entre suspiros.
Sé que probablemente mañana me dé de bruces con tu sonrisa y tu cara de jueves. Y las risas se queden para el recuerdo.
Has rebobinado cada algoritmo en forma de caricia sobre mi espalda y me siento incapaz de frenar este terremoto que me recorre las rodillas.
Hacía tiempo que andaba buscando que alguien entendiera lo que digo entre carcajada y carcajada.
Lo que digo bajito, a los ojos.
Me coges de la cintura y vamos a rincones de una zona vieja que hace años que borró las horas de la madrugada.
Me pides que me quede.
¿Y por qué no?

      a F.

(Compostela de madrugada)

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