lunes, 20 de enero de 2014

Adiós.

Esto es porque te lo mereces.
No preguntes quien soy, importa poco. Solo quiero despedirme, debidamente. Para que sepas que no solo estaban junto a ti personas que te querían. También las que no te conocen estaban junto a ti y han aprendido a quererte.
Quiero que sepas que lo único que conocía de ti era un nombre repetido muchas veces, la pena de mi corazón y tus ojos sonrientes en una foto.
Han servido para que te eche de menos, para que una lágrima recorra mi mejilla presurosa.
Tus ojos se han apagado. Lo he sabido hace poco. Has decidido ir al cielo y por fin las alas han podido salir de tu espalda.
Ella no se preocupa. Sabe que la seguirás queriendo. Ahora está triste, pero no puedes reprochárselo. Tantos años de días negros, tantas sonrisas que se esforzó en sacarte, tantas flores que te llevaba, todo por verte feliz y por hacer que te olvidaras un poco más cada día de aquel inquilino indeseado que luchaba con fuerza por invadir tu cuerpo.
Luego llegaron más dificultades. A pesar de ello, todos estábamos ahí, directa e indirectamente. Ella te susurraba al oído lo bien que te quedaba el nuevo corte de pelo.  Cuando, en mitad de la noche, los terribles dolores querían entrar en tus sueños en forma de pesadillas despertabas asustado, y ella estaba durmiendo a tu lado, su mano nunca se ha soltado de la tuya. Incluso ahora. Se siente débil, incapaz, ya que tu eras el motor de su vida. Y te has ido.
Hoy se ha vestido de rojo. El color del amor, de la pasión, de la sangre, de sus labios. Tu se lo hiciste prometer, ¿recuerdas? Nada de tristezas, odias el negro.
A pesar de todas las veces que has intentado hundirte para no volver a salir, ella ha estado ahí para recordarte que cuando se cierra una puerta, se abre una ventana. En tu caso un ventanal. Que después de la tormenta llega la calma, y efectivamente. Has querido irte con los primeros rayos del sol. Le has pasado las manos por el pelo y has plantado en su frente un último beso, de despedida.
Ella ha roto a llorar.
Te quiere, tu lo sabías.
Sé fuerte, cuídala desde ahí arriba.


1 comentario:

Rubén Ortiz dijo...

Una de las cosas más bellas de leer en este mundo son los recuerdos que unas personas tienen de otras a las que querían mucho y se fueron demasiado pronto