Te quiero los lunes rezagados, los martes bien entrados en semana, de rutina.
Te quiero los miércoles, que se me antojan maravillosos para querer de cerca; los jueves llegando al ecuador de la semana.
Te quiero los viernes de fiesta, los sábados de madrugada y los domingos de resaca.
He aprendido a quererte con dolor de cabeza y sin el.
Por cada pasillo del supermercado, por cada esquina de plaza.
Te quiero sobre ruedas, y por mar y tierra. Te quiero hasta las pocas veces que he flotado en el aire.
No he podido remediarlo, me enamoré de ti.
Me enamoré de todo lo que me hacías sentir y ahora que la soledad me invade, mi brújula se ha olvidado de calibrarse sola.
Te quiero feliz, te quiero cerca, enfadado y contento.
Te quiero a rabiar, a matar.
Te quiero comer.
Quiero sentir que te hago la falta que me quema por dentro.
Quiero no ver el final sin adivinar el principio.
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