lunes, 8 de junio de 2015

Qué bonito ser poeta.

Se me antonja que todos nos hemos vuelto poetas- poetas de un mundo que perjuramos corregir a la vez que disfrutar.
Y quiénes somos, en realidad, para decidir qué verso dirigir a quien. Quienes somos para saber si Bécquer no cesará de ser un recuerdo más en la memoria de unos pocos o si Benedetti sigue iluminándonos con su corazón entregado en palabras. Para adivinar qué Witman es el que se esconde en el último estante, o qué Shakespeare viste tus ojos.
Se me antoja ser capitán de un crucero, inmenso, que me viene grande, 
marinero que hace tiempo perdió de vista el horizonte. 
Corazón ilusionado que sigue manteniendo el calor de las rimas, bajo una capa de hielo.
Me pienso y me creo poeta de norte, con morriña al frente. Enamorada de una ciudad que me ha dado todo, incluso vida.
Ahora son las palabras las que han encontrado el sentido, bajo acordes de guitarra, acariciada en un portal al sur de tu espalda. Ahora son el lápiz y el papel a altas de la madrugada, las horas, los que trazan un camino sobre un fragmento en blanco  medio lleno.
Y no mires atrás, no busques más versos que los que decidan guiar tu suerte. 
Encuentra el mar y mira al frente.



(El Club de los Poetas Muertos, Robin Williams)