Ambos querían vivir, pero solamente uno sobreviviría.
Eran dos gotas de agua. Nadie era capaz de diferenciarlos: Pelo oscuro, ojos claros y misma expresión en el rostro.
Uno, la máquina; otro, el humano.
-Soy yo.-Repetían sin cesar.
La luz se fue.
En aquella oscuridad sólo uno de ellos gritó.
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