domingo, 6 de abril de 2014

Faltar más que sobrar

Olvidemos el olor de las prisas, maquillemos el dolor y saquemos de paseo nuestras sonrisas. Hoy es un día especial, un típico domingo de no hacer nada. Hoy más que nunca me apetece verte. Apuntemos alto, que no se oiga más que la risa y que el viento nos despeine el pelo porque juega con la brisa.
Pongamos que nos olvidamos, pongamos que no somos más que personas dentro de un mundo de indiferencia, pongamos que nunca seremos eternos pero, respiramos, estamos vivos, sonriendo. Pongamos que empezamos de cero, que convertimos el mundo en nuestro.
Afuera nos esperan, impacientes, en silencio. Esperan que no estemos muertos.
Dicen que no somos nuestros, pero tampoco del viento.
Te propongo un plan. No me olvides. No te miento. No me gustaría mirar atrás y ver un pasado insustancial, vacío. No me gustaría darme cuenta de todo lo que he perdido. Si de algo me he dado cuenta es de que nada de esto es un cuento. Los finales felices no son más que las ganas de que todo salga perfecto, un día de playa, un secreto, una caricia y un baile lento.
Date cuenta de que hace ya tiempo que la gente no frena. Continúa en un ritmo frenético lo que antes era su vida, lo que pudo ser la alegría. Y cansa. Cansa pensar que no puedes disfrutar de las pequeñas cosas sin deberle nada a nadie y sin excusas ni explicaciones. Cansa pensar que queda un camino arduo y difícil y que por cada paso que das, tus pies retroceden dos sin saberlo.
Por eso hoy sin más excusas y sin pensar en un futuro, te digo que te quiero. Con miedo, un pelo demasiado despeinado, algo de polvo de hadas sobre el suelo y en el bolsillo, una brújula que no señala al Norte.


a M.

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