viernes, 25 de abril de 2014

Apretando los dedos en una última caricia su corazón dejó de latir

Y de nuevo la vida golpea. Los ángeles lloran caprichosos hasta que consiguen lo que quieren y esos días inexplicablemente amanecen fríos. 
Hoy estábamos todos un poco más cansados de la rutina, aunque fuera viernes, un sentimiento extraño invadía el ambiente. Y es que siempre tienen que llevarse a rastras a los que no se lo merecen. Soñé que esa sonrisa, que esas ganas nunca se caerían de tu rostro pero claro, era sólo un sueño. Ya es tarde.
Ese abominable espectro que se ha convertido en el temor de los días de la sociedad actual debe ser encarcelado, controlado. Tenemos que acabar con él. No sólo porque sea injusto, que también, sino porque nos exprime las ganas de vivir si nos va quitando poco a poco a los que más queremos.
Tito, me hubiera gustado conocerte más allá de tu simpatía, más allá de tus ganas, tus esfuerzos y tu espíritu de lucha, más allá de esas impersonales cámaras.
Puede que suene a tópico pero contigo aprendimos un poquito mejor lo que significaba el fútbol, y parece que se estaba perdiendo pero al marcharte tu lo están volviendo a recordar. No será por mucho tiempo.
La vida ha querido pasarte por encima y lo ha conseguido.
No te preocupes, aquí estaremos bien, seguiremos tus pasos. Tus huellas aún siguen estando frescas en la arena de la playa. Esa eterna camiseta sigue colgada de un viejo balcón del paseo de gracia. Aún lleva tu olor.

Una cosa más. Cuando llegues arriba seguro que Luis te pregunta que tal sus niños, diles que le echan de menos, saluda a Puerta, a Jarque, te estarán esperando. Gabriel bromeará, dirá que se fue demasiado pronto.
Cuando las alas comiencen a salir no te asustes. Dale un beso a Nacho de mi parte y a mis abuelos, diles que les quiero.
Otro ángel más, otro que se ha llevado el cielo.


a T.V.



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