miércoles, 13 de noviembre de 2013

Vuelve, por favor

Cuando ya había recogido hasta el último de los pedazos, cuando todo quedo limpio, sólo entonces se secó las manos. Aquel vaso y su corazón tenían tanto en común... La luna la arropaba desde el cielo y ella se negaba a crecer sin darse cuenta de que era demasiado tarde.
Se frotó las manos con cuidado, le dolían. Cristales hechos añicos y un corazón destrozado no eran buena compañía.
Hoy era uno de esos días en los que no quería alejarse del mundo, pero lo necesitaba. Necesitaba que él viniera con su sonrisa y le plantase un cálido abrazo, le apetecía volver a su rutina, a la de los dos. Esa que incluía las interminables madrugadas repletas de risas, esas ganas de no querer despegarse de un estúpido teléfono, esas noches de quedarse dormida esperando una respuesta. Una respuesta que llegaba la mañana siguiente, dos o tres palabras que la hacían estar feliz sin motivo. Cómo echaba de menos aquellos días, aquellas noches, aquellos sueños que debían cumplir juntos y qué fácil había pasado.
Poco quedaba de aquello, el tiempo había hecho que aquella amistad se volviera más fuerte, un cariño muy grande y tantas bromas por el camino pero ambos habían crecido.





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