lunes, 23 de marzo de 2020

Paidós-

Es inevitable que en estos días me acuerde de las personas que me lo han hecho todo más fácil.
Me refiero a este año.

Ha sido un año de cambios, de retos, de resiliencia.
Ha sido uno de los años más bonitos de mi vida.
Y parte de la culpa la tienen las personas.

Todas las vidas con las que coincidí estos últimos meses, tanto queriendo como sin querer.
Sabiendo que pasaban por mis días de manera transitoria pero queriendo llevarme de algunas de ellas, los mejores recuerdos.

No voy a engañaros. Tanto tiempo de encierro da para pensar, y mucho.
Quizá antes se pensaba al mismo nivel, pero al repartir las atenciones entre tanta actividad de rutina no le dábamos la importancia requerida a nuestro mundo interior.
Puede que haya llegado el momento de cuidarlo y darle mimos para conseguir unos frutos maduros y consonantes con lo que somos.

Mientras tanto, hasta que esos frutos aparezcan con los albores de un verano que amenaza con saltar el año, yo me quedo con las gracias.

Las gracias que le di a cada una de esas vidas a las que me refería antes- porque era lo mínimo que podía regalarles antes de cada despedida.

En especial a una de ellas:

Una vida que luchó contra viento y marea durante siete funestas mañanas para que su pasión terminara ocupando un cuarto de mi tiempo. Para que disfrutara y aprendiera a partes equiparables sabiendo que si no existen las respuestas, siempre pueden inventarse.

Gracias por la paciencia, por las ganas incansables y por tu sonrisa- siempre será una de las más sinceras con las que me choqué.
Gracias porque, por personas como tú, el mundo es maravilloso, y brilla, y nos levantamos tras cada caída.
Gracias por enseñarme cuál es el secreto del tesón.
Gracias por poblar mi vida durante siete días de sueños.

Por llegar y aterrizar de manera inverosímil. Creo que debes saber que vas a tener un rincón para siempre en mi memoria y en mi corazón.
Aunque llueva, aunque no existas más que en formato recuerdo. Aunque no volvamos a vernos.
Nunca.

Gracias por existir.



A G., por regalar vida.

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