lunes, 16 de marzo de 2020

Ojos de gato

No entiendo qué tiene de malo expresar lo que se siente.
Vivimos en un mundo que grita eso de la libertad de expresión a los cuatro vientos
pero luego se ríe en nuestras caras al escucharnos hablar de los sentimientos.

Y esto provoca que nos invada la desconfianza y no nos escuchamos más que a nosotros mismos.
Nos da igual si lo que nos están contando tiene fundamento, si están poniéndole pasión o si nos hablan desde dentro, con el corazón en la mano.

Nos hemos asentado y acostumbrado a sernos solos, a vivir con ruido de fondo y en automático y son muchos los que han aparcado eso de sentir en la cuneta.
Ya nada nos parece bonito si no se conjuga desde mirarse el ombligo.

Y en este mundo escéptico, en plena era digital; entre tanto yoísmo, apareciste tú.
Con tus silencios.
Con tus sonrisas mal contadas y tus pocas ganas de matar siquiera a una mosca.

Has aparecido para hacernos creer en los cuentos. Para que recuperemos la confianza en los demás y desaprendamos el egoísmo.

Quiero que tú aprendas que la lucha eterna entre cabeza y corazón que tanto te quita el sueño es un suceso banal y prehistórico.

Te digo que he visto cabezas perder trenes por corazones rotos y billetes de ida hechos trizas al pie de los andenes.
He sido testigo de flores secas sin derecho a sentirse marchitas.
Y corazones aumentar la velocidad hasta frenar en la sístole de un suspiro.

He sido testigo de todas tus carreras.
Siempre a tiempo de alcanzar cualquier acorde para culminar el golpe maestro.

Te cuento todo esto porque es inevitable sentir miedo.
Si tienes miedo significa que tienes algo que perder pero, no que todo está perdido.

Así que abrázalo, al miedo, digo.
Cuéntale lo que has visto al oído.
Dile que claro que sabes sentir pero que aprendiste a ser trinchera a base de malos recuerdos.
Cuéntaselo todo, a ver que solución te da.

Seguro que te dice que confíes.
Que no pienses que no vas a sentirte solo alguna vez.
Seguro que te dice que te dejes llevar y experimentes.

Que tienes el alma bonita pero a pedazos.
Y las instrucciones para recomponerla están dentro de ti.




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