domingo, 8 de marzo de 2015

Con M



Dimos vueltas y vueltas por las calles de Madrid hasta encontrarnos allí. En ese momento, en aquel rincón, en el pulmón de la ciudad de los dioses.

La vi de lejos y quise correr pero me contuve. Estaba atardeciendo en aquel marzo con olor a primavera. Llevaba el bolso repleto de regalos. Era su cumpleaños.

Ella seguía maravillada contemplando la magia de aquel sol de capital caer sobre las hojas de los árboles, como bailando. No me vio. Nos separaba agua- espejo de tanta maravilla de la naturaleza.
Y quise darle un abrazo. Uno de olvidase distancias, que la hiciera sentir como antes, siempre conmigo. Llegó la hora de correr.

No existen palabras exactas para describir lo que vi en sus ojos cuando se dio cuenta de que corría hacia ella.
Estábamos juntas de nuevo, después de algún tiempo. Cumpliendo diecinueve giros al sol.
Los amigos somos eso, apoyos incondicionales, pequeños botes salvavidas en un naufragio por una tormenta.
Y después, con la calma, llegan las risas.

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