viernes, 3 de octubre de 2014

Qué malo el recuerdo


Y despacio, dando vueltas y más vueltas en la cama, piensas en ella. Piensas en el maravilloso verano juntos, piensas en la vida, incluso en la muerte.
Piensas que podría haber sucedido si te hubieras atrevido a confesarlo todo antes de su marcha. Ahora sería distinto.
Lo importante es que seguís viviendo bajo el mismo cielo, que miráis las mismas estrellas cuando anochece y que ella también te echa de menos.
Debiste decirle lo que sentías a tiempo. Debiste ser sincero, por ti y por ella.
Es otra tarde de viernes, color plomizo. Tú intentas acostumbrarte a esta nueva rutina que ha empezado hace poco y ella no está contigo. Está lejos.
Crees que en cualquier momento puede olvidarse de ti, que conocerá a otros y se volverá a enamorar.
Es entonces cuando has decidido que es hora de tirar la toalla, de abandonar uno de tus queridos sueños. ¿Para qué? Has vuelto a preguntarte.
Pero lo que no te das cuenta es que quien no arriesga no gana. Que lo que estás haciendo es egoísta, y lo sabes.
Pero vuelves a dar otra vuelta en la cama y con ayuda de algo de música te quedas dormido de nuevo con ella en tu cabeza sin saberlo.

No hay comentarios: