domingo, 19 de octubre de 2014

Casi Ángeles

A la luz de la luna, aquella terminación quedaba perfectamente contorneada como vestigio de un tiempo pasado, entre su respiración y la octava costilla. Allá cuando los seres como nosotros fueron capaces de surcar cielos y mares, en tiempo de eras antiguas sin prisas ni carnavales.
Luz de luna serena y gitana que cantaba en balcones demasiado altos.
Luz que hizo de ese rincón de tu espalda fuera mi ocaso perfecto hasta caer en los brazos de Morfeo.


Restos de seres maravillosos, casi ángeles.
Como desde hace tiempo, los ángeles plagan el cielo, llenan la tierra. Todos somos ángeles, o al menos lo fuimos.
Bendita escápula, esquina de plata, que fuiste y siempre serás la prueba viviente de ello, de nuestro origen mítico y celestial.
Por eso aquella noche, cuando te vi de espaldas, cuando te vi estirar los brazos para abrazarme, y tu figura se dibujaba en el espejo, supe que no me equivocaba y que había encontrado a mi ángel de la guarda.
Por eso aquella noche pintaste una C junto a la A de tu nombre. Por eso fuimos felices.

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