miércoles, 18 de septiembre de 2013

EVDE

No creo que quieras presumir ni mucho menos, aunque puedes hacerlo. Gracias por tener esa sonrisa tan bonita que ilusione corazones, gracias por regalarme pedacitos de cielo en cada acorde y por querer tenerme cerca con tantas otras melodías. Haces que quiera detenerme, hacer las cosas despacio y con buena letra, que me pare a soñar, a sonreír y a enamorarme de la vida.
Gracias porque, lo que me llega de ti a través de unos auriculares roídos, del sonido lejano de una radio y del bullicio de una inmensa tienda de CDs de la angosta calle sureña, es tremendamente grande. Tanto, que consigue colorear mis ojos, que se salten ciertas lágrimas y afloren sentimientos enterrados.



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