Resucitar.
Y volar kilómetros.
Y ver cine antiguo, en blanco y negro, quizá mudo.- con los pies en alto.
Y pasar una tarde con Cicerón a los ojos de Zweig.
Ansiar su utópica libertad y aún así adorar tu momento.
Es cierto que el ritmo se ha vuelto algo frenético y que no paras ni los domingos.
Pero siguen siendo tus días preferidos de la semana.
Has pasado día y medio en el sur, volviendo a habituarte a los aires del norte.
Disfrutaste en demasía- guardaste lo de corto pero intenso y compraste billete de ida y vuelta a tu vida de ahora.
No te diste cuenta de lo mucho que añorabas sus cuentos hasta que los tuviste a todos delante.
Es cierto que las diferencias son abismales pero, de vez en cuando se necesita eso:
el calor de la sangre.
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