domingo, 27 de noviembre de 2016

Fiebre del sábado noche

El aliento me sabe a vino del malo, y no hay nada mas triste que terminar otro sábado sola.
Sin tan siquiera haber probado tus labios, sin sentir tu aliento en mi nuca o tus brazos rodeando mi cintura. Nada más triste que dormir sin ti otra noche más, que quedarnos con las ganas tatuadas en la piel.
Y a mi alrededor el reloj marca las cinco. Y hoy no nos curó el concierto.
Y estoy sin ti.
Y estoy tan harta de las cervezas sin alcohol, de los besos sin pasión, o el sexo sin amor.
Estoy cansada de la vida sin tus sueños.
La madrugada vuela y me quedan unos 20 metros para encontrar suplente. Encontrar entre el gentío obnubilado, a alguien que me recuerde a ti, que me regale desinteresadamente la mitad de lo que tu me diste.
Y no creo.
Esta vez no.
No creo que aparezca de la nada.
No, en veinte metros lisos, ni en veinte kilometros a la redonda.
Porque apareciera quién apareciese, no seria un nosotros.






































Musa.

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