domingo, 13 de noviembre de 2016

Contra las cuerdas

Camina resuelta, de domingo, bajo el sol de noviembre.
Adora el mar los fines de semana. Le gusta levantarse y bordear la costa como queriendo atisbar algo en el horizonte.
No sabe que en otra ciudad, en su mismo sur, la estuvieron nombrando a oscuras.

No sabe lo que callaron por ella dos corazones que ahora, ya tenían poco que decir.
Y todo por no saber enamorarla a tiempo.

Ella es feliz, y ellos se resignaron a quedarse con el recuerdo de su sonrisa.

Piensa en la vida. En lo que cambia en poco tiempo pero sin dejarlos entrar en su recuerdo ni una sola vez.

Ellos tenían el mismo propósito, pero, una vez mas, el alcohol los hizo ceder y la luna, confesarlo.

Se contaron penas de una ella lejana. Una morena que, por algún motivo desconocido, les había quitado el sueño y regalado alas.

Ambos hablaban de la misma, pero no lo sabían.
Melena ondulada, sonrisa perfecta. Pero lo que más les dolía era haber perdido de vista aquel brillo intenso de su mirada.

Altas de la madrugada, copa tras copa esperando que aquella alegría volviera a entrar por la puerta. A coincidir en una vida que les había dado tanto y se les hacia tan corta.
Siguieron pasando las horas.

Ella le guiña al cielo. Ellos, a un abismo de distancia, pelean por estar más cuerdos ahora que no recuerdan.



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