lunes, 19 de enero de 2015

Feliz final

Oigo las teclas de un piano que lenta y melodiosamente le regalan esa canción a mis castigados oídos.
Birdy canta.
No podría vivir sin ella, sin su música digo.
Lejos de conocerla, lo sé todo de ella gracias a los acordes que, como a mi, nos regala a millones de personas.

Se escuchan solo mis pasos en esa calle vacía. Hace demasiado frío en la calle como para que la respiración no se corte y ella sigue sonando lejos.

Mi cabeza vaga. No se encuentra muy lejos, tal vez en el limbo. Allí piensa en todo y en nada, allí intenta salir a la superficie, continuar.
A expensas del frío, a expensas del invierno.
Entonces la música deja de sonar. Su voz se apaga y me siento perdida.
Lo último que oigo es el sonido de las alas de su ángel despegarse de su espalda.
Lo último que veo, el miedo en sus ojos.


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