domingo, 11 de enero de 2015

Eme



Las casualidades no existen. ¿O si?

Era diciembre y, vis a vis, el concierto caminaba con vida propia.
Entre tanta gente, tanta como pudo llenar aquel pequeño cubículo, vuestros ojos se encontraron una vez más.
No hicieron falta acordes de una melodía tan conocida, ni que te hicieras la francesita, no hicieron falta aplausos detrás de cada canción, en cada esquina. Aquello fue el todo, vuestra aproximación.

Palomas volaban lejos, cuando al sol le dio recoger y tú miraste sabiendo que no sería la despedida.
La guitarra siguió sonando- por mi tripa, decía.
Él te miraba mientras sus ojos imploraban el regreso de tu cara de Amelie. Era eso o convertirte una noche más en Lady Madrid.
Habiendo dado una de "mi mejor versión", el vértigo recorrió las venas de un final apoteósico.

Fuera nada más que os acompañaban las estrellas. Cuando su guitarra dejó de sonar se acercó para susurrarte al oído un "si quieres bailamos" y tú contestaste con un llévame al baile. Pasasteis de princesas, dejasteis solo restos de pólvora mojada en el balcón mirando al mar.
Afuera en la ciudad estuvisteis demasiado cerca de una hermosa taquicardia que habría hecho de esa mirada perdida solo un cuento de ciencia ficción.

Pasasteis de moteles de carretera, mientras los cantantes no dejaban escuchar vuestras sonoras carcajadas.
Nunca nadie os habían dicho que aquel año 92 fue terriblemente cruel.
Nunca nadie os dio consejo, ni os advirtió de lo que pasaría.

Entonces visteis la estrella polar. Y volvió el recuerdo.
No fue violento el amor, tan solo lento.
Fue un amor antes de tiempo que llegaba ahora en brazos del viento.

No hay comentarios: