domingo, 9 de noviembre de 2014

La semana.


Te comería a besos cada jueves. Te comería a versos. La poesía se escaparía entre tus dedos e iría a parar bajo la cama junto con unas sábanas demasiado desarmadas.

Porque ese día empezaría mi semana, ni un domingo por la noche, ni un lunes. UN JUEVES.

Me dejaría los miércoles como comienzo del fin de semana, día de escapada. Me dejaría los miércoles para ir a escondidas a la película menos taquillera de una sala de cine medio llena. Miércoles, con m de me voy, vuelvo en un rato. No me esperes despierto.

Los martes serían los pre-comienzos de fin de semana. Las vueltas a casa, las llamadas porque queremos y no damos explicaciones a nadie. Los te quiero sin que nadie los entienda. Jugaría a  coger un avión a cada parte de el mundo que tú quisieras para ver tu sonrisa entera.

Lunes de carnaval, día de salir pronto de aprovechar al máximo las horas lectivas y de no perder las esquinas. Lunes de desayunos en la cama, de duchas demasiado frías para despertarse del todo.

Los domingos serían los días de fiestas, los comienzos de puente. Los días en los que quedaría menos para el fin de semana. Las noches de serie en el sofá, mirando llover por la ventana con un trozo de pizza en la mano.

Los sábados sería el día más duro. La mitad de semana. Los sábados serían los días de las casualidades, de las sonrisas a quemarropa y las notas escritas con prisas sobre los escritorios. Los sábados serían días de chaqueta y corbata, de vestido y medias en los que nos arreglaríamos para aguantar lo que nos quedaría de semana. Los sábados de supervivencia, los mejores, días.

Los viernes serían jornadas de estudio intensivo, sin frenos ni paradas. Cafés en mano y pilas de apuntes invadiendo mesas y mesas de biblioteca donde muchos jóvenes se prometían amor eterno con ilusas pintadas. Los viernes al salir de aquellas cuatro estudiosas paredes serían días de no parar, de salir a correr y liberar endorfinas, días de duchas de agua caliente para que el vaho del espejo y la música demasiado alta para el vecino del tercero nos transportara a aquel mágico concierto. Tras salir, un beso en la frente y algo de fruta; y habríamos superado el segundo día de la semana.

Y de vuelta a los jueves, adorados jueves, que ahora estáis en el medio de la semana. Para quien diga lo contrario, somos de los que hacemos uso del Carpe Diem y vivimos el momento, eso si, semana a semana. Veríamos amanecer. ¿Qué podría haber más maravilloso que eso?
Cada uno a su manera, a su ritmo, dentro de su vida.
Mundo lleno de vidas cruzadas viviendo películas antiguas en blanco y negro, viviendo en semanas. Y tú, mi semana favorita.

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