Quiero ser con las luces apagadas y sin salidas de emergencia.
Que los únicos límites que nos pongamos sean los del cielo,
por faltarnos alas a la espalda.
Quiero convertirme en el bote salvavidas delante de tu puerta,
y salvarte los domingos a base de poesía.
Quiero declararme colgante en la línea que une tu hombro con tu cuello.
Quiero que me saques a bailar sin que yo te lo pida.
Y que nos lluevan otoños, y nademos entre primaveras.
Que los veranos se construyan sobre la historia interminable,
y a los inviernos los vigilemos de cerca.
Quiero surcar mares, en modo pirata y en barco de vela.
Y descubrir el tesoro que esconden todas tus promesas.
Y romper enero con los dientes, y creer que puedo.
Quiero hacer de mis labios una boca de metro,
y que se me escapen por ella
todos los adjetivos que te tachan de perfecto.
Quiero que me dejes el timón, y el mando, y el calendario,
y que no nos quede más opción que la clase turista,
y que no sepamos hacer más que un aterrizaje forzoso.
Quiero confundirme con el brillo de tus ojos,
con los colores de un atardecer en Cádiz.
Y balancearme sobre tus pestañas
las horas de fiesta y siesta.
Quiero completarte y comprenderte,
pero para ello,
tengo que dolerte.
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